domingo, 23 de enero de 2011

Platón, su “Mito de la Taberna” y otras verdades (segunda parte)


En nuestro último artículo, dejamos a Platón saboreando las mieles del triunfo logradas tras la sublime interpretación del balido de una oveja escocesa. Ésta y otras actuaciones memorables, tales como el monólogo sobre “agricultura antártica”, la imitación de una col lombarda y el chiste de la vaca, lo consagraron como artista de éxito internacional. Su arrolladora personalidad y su marcada vocación cómica hicieron de él un mito, un referente, ejerciendo una influencia descomunal sobre todo el mundo de la Antigüedad.

Como muestra de tal magnetismo, citaré un ejemplo. Praxíteles, escultor griego de prestigio en el siglo IV a. C., acudió, cautivado por el influjo platónico, a la Britania, donde estableció su residencia durante unos años. En este tiempo, su obra, pese a conservar evidentes rasgos de su pasado helénico (canon alargado, contraposto, curva praxiteliana, equilibrio, etc…), da un paso adelante en el tratamiento de los ropajes (quizás el libre albedrío heleno sucumbió frente al puritanismo inglés de la época), que le permiten obtener una amplia gama de recursos estilísticos y compositivos, tales como la posibilidad de que el esculpido meta sus manos en los bolsillos, o la ventaja de no tener que estar todo el día esculpiendo genitales. En la imagen que muestro, a la izquierda se halla el “Sátiro en reposo”, de su etapa griega, mientras que a la derecha encontramos a su “Fedón Lenon apoyado”, de la época británica.


Platón, en la cima de su carrera artística y fruto de una ambición desmedida, fue seducido por la idea de perpetuar su humor a través de los tiempos, por lo que se dedicó en cuerpo y alma a crear una escuela en la que difundir sus enseñanzas. Lo que hoy en día conocemos como la “Academia” de Platón, en su día vino a llamarse la “A comedia”. El paso del tiempo, el desgaste terminológico y la lamentable transcripción de algún inepto traductor condenaron al olvido al nombre original.

La avalancha de alumnos candidatos a formar parte de la misma fue tal, que se vio obligado a convocar una serie de “castings” para la selección y admisión de los mismos. Con este hecho histórico se dio origen al concepto “show-business”, ya que entre los requisitos para formalizar la inscripción se debía abonar una cantidad de considerable de denarios, en concepto de matrícula. El negocio pues, estaba servido.


Como digo, los seguidores y discípulos llegaban en masa, procedentes de todos los lugares del mundo conocido. La imagen que se muestra a continuación apoya mi teoría. Es una fotografía de la época (siglo IV a.C.). La fecha exacta en que fue tomada la desconozco, pero al ser en blanco y negro he podido deducir que tiene más de 30 años, por lo que, basándome en una sólida corazonada, me arriesgaré a afirmar con rotundidad que es probable que pudiera ser de entonces. En ella podemos ver como los candidatos se agolpan, a la puerta de “The Cavern”, a la espera de su oportunidad, de su momento de gloria, de su lanzamiento al estrellato. Sobre las pruebas de admisión y su desarrollo hablaremos en otra ocasión. Tan sólo decir que, entre otras, debían participar en una carrera de sacos, recitar la Odisea con cinco polvorones de estepa en la boca y bailar la Mickey-danza en estado de embriaguez.





Podemos observar cómo y hasta qué punto, la moda auspiciada por Praxíteles de llevar las manos en los bolsillos, se generalizó entre los seguidores platónicos. Vemos, en primer plano y a la derecha, a Thales de Mileto, mirando directamente a la cámara, mientras trata de recordar su número de prestidigitación, en el que a través de la mirada y con una serie de procesos neuropsíquicos complejísimos tratará de convencer al hámster que lleva en su bolsillo derecho del pantalón para que cuente el ya famoso chiste de la vaca.
Detrás de Thales, encontramos a un joven y espigado Pitágoras, nervioso, comiéndose las uñas, debido a la dificultad y peligrosidad que encierra el magistral número de auto-martirio que espera poner en práctica, consistente en colocar dos huevos (los propios) en un cazo con agua, al baño maría, y llevarlos hasta el punto de cocción, mientras entona, sin pestañear, unas alegres bulerías. La complejidad de este número estriba, no tanto en el dolor (que también), ni en la interpretación musical, sino en que tan sólo se puede llevar a cabo una vez.
El cuarteto de la izquierda, formado por Teodoro de Samos, Telémaco de Ítaca, Apolonio de Éfeso e Ictinos de Rodas, esperan, con caras de absoluta concentración, mientras repasan su intervención musical, a capella, del mítico tema “tengo una vaca lechera”, original de la clásica Topolino Orchestra, con la extraordinaria particularidad de que en vez de ser interpretada a través de la voz, la ejecutan mediante delicados sonidos procedentes del movimiento compulsivo de sus axilas, combinados con el virtuosismo y gracilidad de ventosidades acompasadas.

Éstos y otros muchos pasaron por “A comedia” en “The Cavern Club”. La mayoría quedó en el olvido. Tan sólo unos pocos lograron el éxito. Entre estos últimos, destacamos, un cuarteto que, incomprensiblemente y contra todo pronóstico, consiguió triunfar. Ignoro sus identidades, pero confió en que, pronto, muy pronto, las averiguaré.


4 comentarios:

  1. Vaya, Miguel! Que descontextualización y, sobre todo, transgresión del rictus filosófico más ingeniosa. Por cierto, ¿crees que "The Carvern Club" admitiría socios contemporáneos? Estaría bien. Enhorabuera!

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  2. Sublime diría yo....pero es que no puedo parar de reir.Tu concepto global del momento histórico es increíble...jajajaja no puedo parar de reir, gracias. Me pregunto por qué no te animas a publicar algo. Saludos.

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  3. Dios mío, claro, la Mickey-danza!! Supongo que se la enseñó su mentor Soc(el)rates. Impresionante y pensar que he vivido todo este tiempo sumido en la ignorancia. Gracias mil, Miguel por abrirme los ojos!!!
    En cuanto a los de la foto, ni idea, pero deben ser unos muertosdehambre porque el de la derecha se quiere zampar el micro y el de al lado parece que se está merendando la guitarra.

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  4. Mis respuestas:

    a Gabriela: efectivamente, la descontextualización se está convirtiendo en una de mis grandes aliadas en estos textos. Por lo que estoy viendo, en el formato de blog se hace indispensable jugar con este tipo de herramientas (paradojas, descontextualización, dobles sentidos, equívocos, malentendidos, ambigüedad, exageración…) para logar generar ironía, ya que no se cuenta ni con la voz (y sus posibilidades expresivas), ni con el lenguaje gestual. Creo que el apoyo con imágenes, en este formato, es de gran ayuda. Con respecto a lo de acceder como socio a “The Cavern Club”, estoy en ello. Si me entero de algo te aviso, no? Saludos!


    a Bea: gracias por la confianza depositada en mi como futuro escribiente, es todo un halago. En realidad mi pretensión no va más allá de pasar buenos ratos especulando, escribiendo y, dicho sea de paso, compartiendo risas y sonrisas con todos aquellos y aquellas que, de una forma u otra, me leéis. Saludos!


    a Anónimo: la relación de Soc(el)rates con la Mickey-danza es una revelación, cuyas consecuencias, en mi modesta e imparcial opinión, cambiarán el rumbo de la Historia.
    Con respecto a lo de los de la foto, según he averiguado, formaron un grupo musical. Se llamaban algo así como Bee-Gees, Beagles, o Beach Boys… En cualquier caso no merece la pena perder el tiempo buscando más, pues creo que no llegaron a nada.

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