miércoles, 25 de enero de 2012

Aproximación al arte contemporáneo a través de la casi-mirada de Casimiro Malevich



Hoy, en “quemecuento”, dirigimos una mirada hacia el Arte. Hacia el ARTE CON MAYÚSCULAS, DE LA MANO (O EL PINCEL) Y A TRAVÉS DE LA MIRADA (si me lo permiten me paso de nuevo a las minúsculas) de uno de los mayores exponentes de eso que se ha convenido en llamar Arte Contemporáneo. Damas y caballeros, señoras y señores, niñas y niños, personas y ¿personos?, agárrense bien a sus asientos porque les presento sin más dilación al genio, al único, al irremplazable, al celebérrimo Casimiro Malevich (sí, el del gorro rojo, chándal y camisa excesivamente almidonada). Quisiéramos pensar, aunque no lo hacemos (ni querer ni, obviamente, pensar), que se retrató a sí mismo de esa guisa por algún extraño motivo que no alcanzaremos a comprender jamás, o sencillamente debido a que no tenía un buen día, tal y como refleja su extraordinariamente expresivo semblante.


Alguno de ustedes puede pensar que exagero. Incluso se podría llegar a decir que las obras de Casimiro Malevich pecan de simplicidad, de falta de ambición, vamos, que no hace falta casi mirarlas para aprehenderlas con la vista. A diferencia de otro grande de la Historia del Arte, y no me refiero a otro sino al insigne escultor del Discóbolo, cuyo nombre da testimonio de su exacerbada tendencia a fijarse muchísimo (Mirón), Casimiro Malevich no necesitaba hacerlo, o casi. Analizaremos la versatilidad, creatividad, originalidad, dominio de la técnica y de todos y cada uno de los elementos y registros del lenguaje pictórico de este artista universal reposando la mirada sobre tres de sus más excelsas obras, que a su vez compararé con unas burdas copias de las mismas perpetradas torpemente por el responsable del departamento de creaciones artísticas de “Quemecuento”, o sea, yo.
Se trata de ofrecer al gran público las pautas y las herramientas que le permitan discernir una gran obra de otra vulgar, un objeto artístico de un vano intento, la excelencia de la mediocridad, una genialidad de una puta mierda (disculpen mi apasionamiento). En definitiva, de entender el Arte como objeto de disfrute individual o colectivo, aunque tal vez, más que de entendimiento, se trate en este caso de sentimiento y emoción. Para ello hago mías las palabras de E.H. Gombrich cuando dijo que el disfrute estético se halla situado en el punto medio entre el aburrimiento y la confusión.

Círculo negro sobre fondo blanco. Casimiro Malevich



Sublime exaltación del juego de tensiones entre fondo y figura a través del contraste de los opuestos negro sobre blanco. Magistral obtención de un desequilibrio manifiestamente intencionado, evocación a la perfección formal y disposición compositiva excéntrica que atenúa la infinitud propuesta mediante la simetría radial del círculo. Dinámico, equilibrado, coherente y destacado referente de la armonía dentro de una lograda sencillez. Búsqueda y exploración de la frontera del cuadro y del espacio coextenso, por medio de la transgresión de lo establecido.

Eclipse total. Quemecuento




Lamentable y paupérrima variedad cromática. Pésimo gusto compositivo. El único mérito atribuible a esta triste obra es el hecho de que el círculo está bien pintado, es decir, no me he salido del borde de la circunferencia. Este esperpento sería garante de un suspenso de libro en la asignatura de educación plástica en cualquier curso de primaria, así como de una más que probable visita al psicopedagogo. El título es acertado. Ciertamente se trata de un eclipse total y permanente de ideas.

Cuadrado negro sobre fondo blanco. Casimiro Malevich



Excelente composición simétrica evocadora de la sutil armonía generada a través del diálogo permanente entre sendos cuadrados (el blanco del fondo y y el negro de la figura), de cuya conversación silenciosa se desprende el delicado equilibrio en el que se halla sumido el cosmos. La superposición de negro sobre blanco, una vez más, supone un derroche de talento y evidencia una ambición desmedida por alcanzar la perfección. En definitiva, una obra llamada a ocupar un lugar de honor en el Olimpo del Arte.

¿A que no hay cojones para gastar el rotulador negro? Quemecuento



Penoso. Francamente penoso. Deprimente y monótona composición, únicamente comparable a una sinfonía compuesta por una sola nota musical. Aburrimiento, racanería y torpeza a partes iguales comparten el dudoso honor de competir por lograr protagonismo dentro de esta sublime, miserable y oscura mierda. El psicopedagogo, abatido, se queda sin argumentos y me deriva al psicoterapeuta. El título es correcto además de cierto. Ha habido cojones. ¿Objetivo logrado?

Cuadrado blanco sobre fondo blanco. Casimiro Malevich.








Apoteosis conceptual. Este homenaje al lienzo en blanco lleva hasta el extremo aquello de “menos es más”. Atrevimiento y valentía para captar el mudo lenguaje del Arte, expresando a través de una suerte de poesía tácita el vacío existencial que experimenta el artista en los instantes previos a la llegada de la inspiración. Exaltación de la nada, de la eternidad y de lo efímero como contraposición a lo absoluto, fiel reflejo de la insustancialidad de la vida humana dentro de la inmensidad del Cosmos. En esta ocasión Malevich alcanza las más altas cotas de la sensibilidad estética mediante la fusión de Catarsis y Arte.

Hoy que pinte su puta madre. Quemecuento


¿Qué se podría decir de esto? Expulsión fulminante del centro educativo. El psicoterapeuta, abatido, se queda sin argumentos y me deriva al psiquiatra. Ingreso en un centro acorde a mis necesidades en régimen de aislamiento provisional durante catorce años. Me doy a la bebida. Enloquezco. Me corto una oreja. Adquiero notoriedad pública, fama y prestigio internacional. No encajo bien el éxito. Vuelvo a ingresar en el centro psiquiátrico tras un intento frustrado de fuga quemándome a lo bizantino. Ingiero sosa cáustica. Pierdo la vida un poco y luego mucho. Mi obra pictórica se revaloriza un 80.000.000 %. La crítica cae rendida a mis pies, mientras se deleitan contemplando mi magna obra y alabando su grácil factura. En fin, cosas que pasan.

4 comentarios:

  1. ¡ Excelente Miguel !:

    Mi curiosidad me lleva a una pregunta que ya es habitual en mí cuando leo tus artículos, aunque si cabe, aún más en ésta: la forma en que te aparecece tu creatividad.

    Qué polaridades en la percepción de una obra idéntica, en dos autores diferentees: uno considerado un genio, y otro, que por ahora no es tan conocido, al menos no en el campo pictórico. Sin embargo demos tiempo a tu obra en el campo literario (en el que te deseo un futuro muy fructífero)y esos reconocimientos ¡quién dice que no puedan llegar! (merecidos serían).

    Por cierto, un post muy gestáltico: sobre la creación de una gestalt (una unidad, el todo) y la necesidad de un fondo sobre el que se hace presente una figura.

    Genial cierre: En fin, cosas que pasas.



    Gracias por hacerme sonreir y reir.

    Mar

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    Respuestas
    1. De nuevo despertando mis (son)risas, :D Estaba recordando una clase de Historia del Arte, cuando la profesora me preguntó mi opinión personal acerca de la obra de un muy afamado pintor después de mi exposición teórico-objetiva sobre el mismo. Me quedé callada unos segundos y después no me pude contener: me parece una tomadura de pelo. Todos se rieron, pero a mí no me hacía ninguna gracia. Aunque, bien pensado, allá cada cual, ¿no? Un beso.

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  2. Soi un segior ansiduo de tu bló. Me paise que tas superao nestartículo disiendo cosas dese malevico. Tu nagas caso desas presonas que se cren quelarte es cosa de canutes de cañas liseras.

    condiós

    el tío corro legones del escorratel

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  3. Hola muy bonito tu blog, Si consideras que mi blog se merece un reconocimiento en la categoría “solidario””, me gustaría contar con tu voto! Ya faltan dos días nada más para poder votar!! Hasta el 3/2/12.
    te espero por
    http://lablogoteca.20minutos.es/todo-preescolar-15750/0/
    Gracias!!!!

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