lunes, 28 de noviembre de 2011

Hablando en sirio: damos la vuelta a las noticias

Hoy, en “quemecuento” vamos a tratar de hablar en sirio. ¿He dicho sirio? Quería decir en serie, perdón, en serio. Bueno, en el fondo da lo mismo, ya que era una broma. Después de este pequeño scherzo, nos ponemos a la tarea.
Lo que a continuación presento es el fragmento de una noticia que bien pudiera estar publicada en alguno de los diarios de mayor difusión nacional, es decir, El Paisa, Edmundo, A veces, Diario Púbico, La Vanagloria, La Voz de Alicia, El Chorreo Vasco, El Gerardo de Aragón… Como digo, en cualquiera. Ahí va:





“Según las encuestas, dos de cada tres expertos sostienen que las medidas adoptadas por el gobierno para atajar o reducir la crisis son inútiles aunque matizan que crear empleo parece que es cuestión de tiempo. El camino será duro e incierto, afirman, pero juntos y con cabeza conseguiremos salir del paso y llegar a buen puerto.”

Después de leerlo atentamente y de darle varias vueltas al asunto, el resultado, o mejor dicho, los resultados han sido los siguientes:

“Según dos de cada tres expertos, las encuestas del gobierno sostienen a un hatajo de inútiles que afirman salir al puerto con el buen tiempo. Reducir cabezas es una medida crítica, afirman, aunque parece que conseguirlo será duro e incierto, en la medida en que el camino es cuestión de emplear juntas bien matizadas.”

“Según las encuestas, tres de cada dos inútiles afirman que el gobierno es crítico con la medida de reducir las cabezas de los expertos, aunque matizan que si el tiempo es bueno conseguiremos salir a pasear por el puerto. Parece que juntos llegaremos, por un atajo, a un camino incierto. La cuestión, sostienen, es adoptar a un empleado duro.”

“Según parece, medir el tiempo es una cuestión inútil, sostiene el gobierno, aunque adoptar expertos cada dos por tres matiza la crisis si se emplean atajos en la creación de encuestas. El camino del puerto es duro y reducido, afirman. Conseguir sacar cabeza será incierto si paseamos juntos.”

“Se cree que dos de cada tres expertos son inútiles, según una encuesta, aunque el gobierno los sostiene matizando que la crisis cuestiona la adopción de medidas para atajar el tiempo empleado. Parece incierto, pero afirman que al reducir el paso para llegar al puerto, las cabezas duras se juntan.

“Según un experto del gobierno, el tiempo es una cuestión de medida, aunque matiza que el empleo de la cabeza es incierto e inútil. El paseo del puerto en cuesta es un camino duro, afirma, parece que es bueno, pero las juntas son reducidas y no se sostienen. Se cree que conseguiremos salir dos de cada tres.”

Creo que ya está bien por hoy

Próximamente hablaremos sobre Silvio Berlusconi, un político que no se arruga (ni enconge ni destiñe, bueno, eso tal vez sí). Un hombre tan estirado que cuando cierra los ojos no puede evitar abrir la boca. Un personaje de altura (metro sesenta o incluso más), de moral relajada, con los pies en el suelo y que precisa urgentemente de un bótox de confianza. Hay quien afirma que este señor tiene una cara muy dura (además de tersa y posiblemente hasta suave),  y de hecho, algunos científicos sostienen que ya no es biodegradable, otros ni lo afirman ni lo desmienten y hay dos que no han dicho nada todavía.

 

lunes, 14 de noviembre de 2011

Aristogitón y Harmodio, los tiranicidas: dos clásicos







-Aristogitón, mira lo que hago, ¿a que no lo sabes hacer tú?
-Sí, Harmodio ¿ves qué bien me sale?
-No, lo haces muy mal. Vas a pie cambiado y, además, hay que levantar más el brazo.
-Pues a mí me gusta más cómo lo hago yo.
-Pero no es lo mismo.
-Te odio, siempre quieres ser el mejor.
-Pues yo te odio más aún. Y no me hables, que pierdo la concentración. ¡un, dos, un, dos, un, dos!
-¿Qué haces?
-Entreno.
-¿Cómo que en tren no?, ¿te vas?
-No podemos ir a ningún sitio, imbécil ¿no ves que nos hemos quedado anclados en el pasado? Digo que entreno para estar en forma.
-¿En forma de qué?
-En buena forma, hombre.
-Oye, ¿te puedo hacer una pregunta?
-Ya me la has hecho.
-¿Por qué siempre tengo que llevar yo las toallas?
-Porque no tienes tanto estilo como yo.
-Pues según dice la gente tengo un estilazo…
-No, tonto. Estilazo no, lo que tienes es un estilete. Somos tiranicidas.
-Oye, ¿nunca te has preguntado por qué nos dedicamos a esto? Me refiero a por qué queremos matar tiranosaurios, si ya no quedan…
-No matamos tiranosaurios sino tiranos. De hecho, esta tarde tenemos trabajo. Debemos matar a Hipias e Hiparco.
-¿Por qué vamos a matar hippies en un barco?
-¡Estás muy sordo!
-Yo no estoy gordo, mi índice de masa corporal es óptimo.
-Déjalo. Hablando de todo un poco, ¿qué opinas de las Guerras Médicas?
-Se veían venir, la sanidad está fatal…
-No, idiota, me refiero a la guerra contra los persas.
-No sabía que ahora luchábamos contra gatos.
-No, hombre, hablo de la guerra contra Persia.
-Pues no tenía ni idea, macho. Me has dejado de piedra.

lunes, 7 de noviembre de 2011

Reinos de Hispania: hoy tocamos los suevos, un pueblo con pelotas







Los suevos fueron un pueblo germánico procedente del norte de Europa. Ya en su día (cualquiera que fuese, pongamos un viernes a media mañana, antes del lunch), el propio Cornelio Tácito los menciona, aunque en realidad más bien debió de insinuarlos, pues como indica su apellido, fue hombre de pocas palabras.

En sus migraciones hacia el sur y el oeste, y a diferencia de lo que cabría pensar, los suevos no viajaron con Ryanair, sino andando, pues el suevo era un pueblo aguerrido y ajeno al desaliento. No en vano hoy en día quedan ciertos vestigios de tal bravura plasmados en la frase “tener un par de suevos”.

En diciembre del año 406, dirigidos por su rey, Hermerico, y en compañía de otros pueblos germánicos, cruzaron las gélidas aguas del Rin. Durante el transcurso de la travesía, y debido a la baja temperatura a la que se encontraba el río, se acuñó otra célebre expresión que también ha llegado a nuestros tiempos, “se nos están helando los suevos”.

Sobre las razones que impulsaron a los suevos a abandonar sus tierras, o bien no se ha escrito demasiado, o bien yo no he encontrado nada. No obstante, a pesar de mi impericia y tras más de diez minutos de ardua y profunda reflexión, me atrevo a enunciar una hipótesis. Los suevos, de carácter jovial y desenfadado, se vieron oprimidos por la aparición en escena de otro pueblo nórdico, el de los escondinabos (vocablo o palabro procedente del subnormando, lengua medio muerta o exhausta, compuesto de escondi=calzón + nabo=cillo, es decir, calzoncillo), reacio a la exaltación de la informalidad en el vestir de la que hacía gala el pueblo suevo. Como digo, los escondinabos o calzoncillos, trataron de acomodarlos a sus propios usos y costumbres, poniendo a los suevos de corbata y traje largo. Como consecuencia de la presión ejercida por los primeros sobre los suevos, éstos últimos optaron por huir, pues como a otros muchos pueblos de la época, la moda de aquél entonces les tenía hartos hasta a los suevos.

En su Historia Sueborum, Isidoro de Sevilla deja constancia de que el Regnum Sueborum duró exactamente 177 años y fecha erróneamente su inicio en el 408, ya que los suevos no penetraron en la península Ibérica hasta el 409, debido en parte a que eran extremadamente tranquilos (suevones) y por otro lado a que iban avanzando torpe y lentamente (pisándose los suevos).
Cuando finalmente llegaron a Hispania, se asentaron en el noroeste de la península Ibérica, estableciendo su capital, con buen criterio no carente de cierta ironía, en Braga (algunos historiadores afirman que por despecho hacia los escondinabos o calzoncillos, otros no lo afirman ni lo desmienten y hay dos o tres que no se han pronunciado todavía). El régimen de gobierno que adoptaron fue el de la monarquía, es decir, se hacía lo que le salía al rey de los suevos.
Sobre la presencia del pueblo suevo en la península Ibérica se sabe mucho (un suevo y parte del otro), a excepción de aquello que aconteció durante el período que transcurre desde el 469 al 558, llamado Período Oscuro. Se trata de una laguna histórica debido a la escasez de fuentes, aunque bien pensado, resulta paradójico que a raíz de la escasez acuífera se obtenga como resultado la generación de una laguna, en todo caso se trataría de un secarral histórico. Dejando al margen estupideces y cuestiones triviales, trataré de arrojar algo de luz sobre lo que realmente sucedió en este período.
Una de las principales razones que justifica la ausencia de datos sobre esta etapa de la historia de los suevos fue una cuestión de actitud. Falta de motivación, pasividad, tal vez desidia… Durante casi noventa años, y aunque no sea fácil de creer, estuvieron tocándose los suevos, fundamentalmente a sí mismos, pero también los unos a  los otros, por lo que no faltaron motivos para riñas y disputas. Una expresión que refleja fielmente el espíritu de la época es la siguiente: “me importa un suevo”. La falta de actividad intelectual, pero fundamentalmente física, llevó a que la población, en general, sufriera trastornos alimenticios y tendiera de forma escalofriante al sobrepeso, siendo muy común entre los reinos limítrofes hablar en estos términos despectivos “qué gordos tienen los suevos”, refiriéndose a casos especialmente extremos, como el de Humpty-Dumpty, uno de los suevos más voluminosos que existió, que como todo el mundo sabe, cayó desde lo alto de un muro, dando origen a los “suevos rotos”, sin que ninguno de los caballos ni caballeros del rey pudieran hacer nada en absoluto por volver a recomponerlo.
Esta época tan apática como antipática tampoco estuvo exenta de picaresca y pillaje. A menudo se relacionó a este pueblo con el latrocinio y el hurto, por lo que a partir de entonces ambos términos irían de la mano a lo largo de la Historia, en la forma que sigue: “suevos con chorizos”.
Ante tal derroche de virtudes internas resulta insólito que ninguno de los pueblos colindantes aprovechara la ocasión para invadir el territorio ocupado por los suevos. Existe una teoría que justifica o, cuando menos, explica esta aparente falta de ambición estratégico-militar. En realidad se trató, más bien, de una lamentable confusión originada por la prescripción facultativa de un eminente y prestigioso endocrino. Según he podido averiguar, el rey visigordo Don Todorico Rico Rico, conocido por su gran capacidad para ingerir alimentos y aquejado por una hipercolesterolemia aguda y una tasa de triglicéridos tan grande que tenía personalidad propia, se puso en manos del célebre nutricionista Don Levigilo Ladieta Severa. Este último, cuya fama como autoridad en la materia le precedía, se dirigió al rey de los visigordos en los siguientes términos: “Don Todorico, a partir de ahora, los huevos ni tocarlos”. Comoquiera que el doctor, de origen borgoñón, tendía a hacer la liason en cuanto se presentaba la menor ocasión, y dado que el rey, a pesar de que jamás lo quiso reconocer, andaba justo de oído, ocurrió lo que tenía que ocurrir. Los suevos jamás fueron acosados por los visigordos, perpetuando su período oscuro por casi noventa años. Sin embargo, no muy lejos de allí, el monarca Todorico, ajeno a la verdad, falleció a las pocas semanas de aquello, cuando asistía, en calidad de presidente del jurado, a una cata y degustación de tortillas de quesos semicurados.
¡Manda suevos!
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