martes, 29 de marzo de 2011

Gajos del oficio de arquitecto….un proyecto como Dios manda

A lo largo, ancho y alto (los arquitectos tendemos a tratar con la misma devoción y respeto a las tres dimensiones del espacio) de algo más de diez años de carrera profesional he tenido ocasión de asistir, con mayor o menor perplejidad, a diálogos y escenas verdaderamente sorprendentes. Como comprenderéis, queridos lectores, no puedo permitirme el lujo de relatar circunstancias y hechos reales en este espacio, debido a que por el momento me gano la vida con mi trabajo. Hasta que la expresión “vivir del cuento” no cobre su pleno sentido literal me limitaré a exponer casos urdidos y fraguados en el seno de mi propia mente y cuyo parecido con la realidad no será más que un destello fugaz o un boceto de la misma.
En esta ocasión trataré de dar vida a una conversación mantenida en el despacho de un arquitecto, entre éste y un cliente que acude con el encargo de un proyecto como Dios manda.




-Bueno, usted me dirá…
-Alrededor de metro setenta y cinco, descalzo y en ayunas.
-No hombre, que me diga lo que quiere.
-¡Ah! ¡Coño! Pues nada, que acabo de comprar un terreno, y quisiera construir en él.
-Estupendo, y ¿ha pensado algo?
-Sí, he pensado.
-Genial, eso está muy bien, pero… ¿me lo podría decir?
-Sí, por supuesto. Me gustaría que usted me proyectara una Catedral.
-¡¿Cómo?!
-Pues en estilo gótico, vamos, si no le viene mal…
-¡Vaya por Dios!
-¡Eso! Vaya por Él y por Nuestra Señora de los Impagos, a la que tanto le debo…
-No. Que digo que no doy crédito…
-No se preocupe, del préstamo se ocupa el Banco Lorao de Macao.
-Me refiero a que no estoy acostumbrado a encargos tan…divinos.
-Tranquilo, no pasa nada. ¿Cree usted…?
-¿Eh? Buenooo…en fin…algo debe de haber…no sé… creer, creer… no soy lo que se dice un buen practicante…
-No importa, requiero sus servicios como arquitecto, no como auxiliar de enfermería. Y de hecho lo que le preguntaba era si usted creía que podría asumir el encargo.
-Sí, supongo que sí, pero le advierto que la parcela que usted ha comprado tiene tan sólo 90 metros cuadrados, se le va a quedar una Catedral muy pequeña.
-Hombre, pues mejor así, menos habrá que limpiar…
-Claro, claro, viéndolo de ese modo…
-Además, de esta manera los feligreses tendrán un contacto mucho más próximo con El Altísimo.
-Bueno, si usted me lo permite, le diré que en este caso más que altísimo, el Cristo tendrá que ser, a lo sumo, de mediana estatura.
-No importa.
-Una curiosidad, ¿la…Catedral es para su autodisfrute o la piensa usted explotar?
-Hombre, no me joda, ¿cómo voy a hacer estallar una Catedral? ¿Me toma por un terrorista impío?
-No, le decía que si pensaba sacarle provecho económico.
-No lo sé, Dios dirá.
-¿Habla usted a menudo con Él?
-No hombre, no lo tome todo al pie de la letra, era una frase hecha. Quisiera hacer capillas laterales entre contrafuertes, para alquilar, ¿sabe?, ¿le parece buena idea?
-Claro, es una idea gloriosa e inmaculadamente concebida ¿El señor desea algo más?
-Por supuesto, el Señor siempre desea lo mejor para toda la Humanidad, abolir las injusticias y la lacra de…
-No me ha comprendido. Esto nos ocurre por utilizar la forma de cortesía de la tercera persona. ¿Le parece bien si nos tuteamos?
-No creo que eso sea posible por el momento.
-¿No? ¿Por qué?
-No dispongo aun de cuenta en twitter para poder twittearnos. Si quiere nos posteamos por facebook…
-Olvide lo que he dicho. ¿Tiene alguna sugerencia más?
-Por supuesto. La planta la quiero con tres naves longitudinales, transepto saliente y doble girola con deambulatorio y absidiolos radiales en el testero. El alzado,  y sobre las naves laterales, estará compuesto, de abajo hacia arriba, por tribuna, triforio y claristorio con ventanales altos. Eso sí, mi mujer ha puesto mucho énfasis en que le diga que las vidrieras sean oscilobatientes, para que se puedan limpiar desde dentro. Lo celestial no tiene por qué estar reñido con lo pragmático, según ella. En definitiva, algo sencillo a la par que coqueto.
-Tomo nota. ¿Qué me dice de las arcadas?
-Que son muy desagradables.
-Me refiero al tipo de arco que se utilizará para transmitir los empujes a los pilares. ¿Quiere que le apunte los arcos?
-Claro, claro, apúntelo todo en su cuaderno de notas, no vaya a ser que luego se le olvide…
-Me refería a si quería que los arcos fueran apuntados, es lo típico del gótico… Pero si lo prefiere puedo diseñarle unos arcos tipo Tudor, propios del gótico inglés tardío, que reparten mejor la carga.
-Lo siento, sin duda me quedo con los de batería de litio, aguantan mucho más tiempo sin recargar.
-¿Le gusta el gótico flamígero?
-No mucho, supongo que necesitaría un buen plan de evacuación en caso de incendio…Prefiero el gótico ignífugo.
-Está bien, de acuerdo. Llegados a este punto, le advertiré de las debilidades que presenta su propuesta. Primero: no va a ser posible que el transepto sobresalga en planta, o bien, si lo hace, invadirá las propiedades colindantes, pues la parcela que usted ha comprado está ubicada en casco urbano, en lo que se denomina manzana densa y se halla entre medianeras. Segundo: lo mismo sucede con arbotantes y contrafuertes, habrá que prescindir de ellos si no queremos que…
-Vaya, qué desasosiego... Los caminos del Señor son inescrutables…
-Eso es cierto, pero las que realmente van a ser inescrutables son las naves longitudinales. Según mis cálculos, restando el espesor de los pilares, de los muros y de las capillas para alquilar, las laterales serán de 70 centímetros de ancho, y haciendo un alarde de generosidad, podemos dejar una nave central de alrededor de 90 centímetros de paso. Supongo que en La Comarca, Bolsón Cerrado o Hobitón, su Catedral disfrutaría de gran éxito y prestigio, pero entre los seres humanos, ya le auguro yo que no.
-Entonces, ¿piensa realmente que va a quedar mal el proyecto?
-No, hombre, mal no, es sólo que se le va a quedar a usted una Catedral muy poco católica.

jueves, 24 de marzo de 2011

Sucesos par(i)dos….una gestión municipal, en mayor o menor medida


Dedicado a todas aquellas personas que en alguna ocasión fueron a resolver una duda con la Administración Pública y salieron de allí con cuatro, es decir, con dos dudas y dos huevos, metafóricamente hablando, bien hinchados. También va dedicado a quienes desempeñan y desarrollan funciones o labores públicas y soportan estoicamente situaciones como la que aquí se cuenta.



-Buenos días, quisiera saber la documentación que debo aportar para solicitar el permiso para llevar a cabo unas obras en mi casa.
-¿Para mayores o menores?
-Oiga señorita, creo que eso no es asunto suyo…
-Discúlpeme señor, pero necesito saberlo, el trámite es distinto.
-En ese caso… La obra es para mi señora y para mí, 45 y 48 años respectivamente, somos mayores, aunque jóvenes de espíritu.
-No me ha comprendido. Me refiero a la obra que pretende realizar, ¿es mayor o menor?
-Ni idea. Supongo que estará en el límite.
-¿Cómo?
-Nuestra casa cumple 18 años en un par de meses, ¿se necesita autorización paterna para hacer obras en ella?
-No, no es preciso, pero necesito saber si las obras que llevarán a cabo están englobadas dentro de lo que se conoce como obras mayores.
-De acuerdo, pero ignoraba que su departamento llevara todas las competencias de los mayores.
-No. Los temas mayores se reparten entre las distintas Concejalías. De las Personas Mayores se encargan en Bienestar Social, de las Aguas Mayores en Infraestructuras y Saneamiento. Las Fiestas Mayores son competencia de la Concejalía de Fiestas y de las  Palabras Mayores se ocupan en el Departamento de Atención al Ciudadano Disgustado y Quejas Variopintas. Para Obras es aquí. Nos ocupamos de las mayores así como de las menores.
-No sabe cuánto me alegro de que se ocupen también de las menores. Tengo una hija en una edad complicada…¿Se pueden hacer ustedes cargo de ella durante unos añitos?

-No, déjelo. A ver si nos centramos un poco. Le haré una serie de preguntas para determinar si su obra es mayor o menor. Dígame, ¿tocan la estructura?
-No, en casa somos más de tocar el piano.
-Digo que si sabe usted si durante el desarrollo de las obras piensan tocar la estructura.
-Normalmente no creo.
-¿Qué?
-Solemos andar con cuidado por casa. Mi mujer me tiene prohibido rozarme con las paredes, así que la estructura ni se imagina lo poco que la tocamos.
-Me refiero a que si van a llevar a cabo algún tipo de trabajo que afecte a los pilares, a las vigas o a cualquier otro elemento estructural.
-Espero que no…
-¿Cómo que lo espera? ¿No lo sabe?
-Soy una persona muy empática y si algo le afectase a los pilares o a las vigas sentiría su dolor como mío propio. No me lo podría perdonar…
-(Paciencia, serenidad, venid a mí…) A ver, ¿Piensa usted modificar su fachada?
-Oiga, creo que no deberíamos llevar esto al terreno personal…
-¡Necesito saberlo también!
-De acuerdo, de acuerdo... Estoy esperando a las rebajas para hacerme con una chupa de cuero que me dé un aspecto más molón y una fachada más juvenil, pero no se lo diga a mi mujer. Es una sorpresa.
-Pero, vamos a ver, ¿tiene usted alguna idea de lo que quiere hacer?
-Sí, claro. Me apetecería muchísimo invitarla a usted, ahora mismo, a un café.
-Me refiero a cuáles son las necesidades que quiere usted satisfacer.
-¡Ah, caramba! Haber empezado por ahí. Pues la verdad es que sí, y aunque me da un poco de reparo decírselo, llevo un rato conteniendo una ventosidad y necesitaría con urgencia satisfacerme. Ya me entiende…¿Puedo?
-Adelante hombre, no se corte, está usted en su casa…
-No exactamente señorita, esto es el Ayuntamiento. Mi casa es el lugar donde quiero realizar la obra, ¿recuerda?
-Sí, claro señor, no creo que lo pueda olvidar tan fácilmente…Prosigamos. ¿Ha hecho usted algún proyecto?
-Claro, desde joven soñé con tener una esposa a la que amar y unos hijos a los que cuidar, de hecho…
-¡No! ¡Déjelo!, ¡no quiero saberlo!, ¿tiene usted un arquitecto?
-A ver, a ver… Deje que mire… No, es una lástima, acabo de darle el último que me quedaba a la señora de la frutería. No sé a qué viene este absurdo interrogatorio…

-¿Se puede saber en qué va a consistir su obra?
-Preferiría no decírselo.
-Pero, ¿¡Por qué!?
-Es un secreto.
-¡Oiga! ¡Esto es el Ayuntamiento!, ¡son cosas que debemos saber!
-Usted me cae bien. Permítame que le diga que hace demasiadas preguntas. ¿Tiene usted marido?
-¿Y eso qué tiene que ver?
-Nada, pero… ¿lo ve? ¿Verdad que molesta que le pregunten cosas privadas?
-¡Es distinto!
-¿Quién? ¿Su marido? Ya me imagino, debe ser muy especial para usted, distinto a todos los demás, se le ve muy enamorada…

-¡Escúcheme bien, cenutrio descerebrado, quiero que me diga de una puta vez en qué va a consistir la rehabilitación de su maldita vivienda!
-Oiga señorita, usted está muy equivocada, mi casa está perfectamente. No necesita ninguna rehabilitación, ¿quién le ha dicho semejante tontería?
-¡Usted, coño, usted! Llevamos media hora tratando de averiguar si es mayor o menor, su obra.
-Claro, mi obra de teatro “Gamuzas para normales”. Como vendrá poca gente, pretendo hacer la función en casa…Y usted me está liando de mala manera con que si es mayor, menor, si toco la gaita, o si dejo de cambiar de look... Yo sólo quiero saber si necesito pedir permiso para actuar en mi propia vivienda…¿Esto no es el departamento de Humanismo?
-No señor, esto es Urbanismo.
-¡Vaya por Dios! No sabe cuánto lamento la confusión. En compensación, le regalo cuatro entradas para el estreno, ¿las quiere?
-De acuerdo. Pero sólo si me promete que no volverá por aquí jamás…
-Está bien señorita, se lo prometo. Una última cosa, ¿las entradas las prefiere para mayores o para menores?

viernes, 18 de marzo de 2011

Señales del futuro


El post de hoy se iba a llamar Alfredo, me hacía ilusión que tuviera nombre de ministro, pero finalmente me he decidido, por una mera razón de coherencia, a bautizarlo simplemente como “Señales del futuro”.
Agradezco enormemente la generosidad de Ana al enviarme esta imagen. A pesar de hablar por sí misma (la imagen, y Ana también, por supuesto), no me resisto a formular algún comentario al respecto (sobre la imagen, se entiende).

En este caso, y a diferencia con el último post, el sentido de la indicación que muestro no es doble, pero tampoco sencillo. Más bien no tiene, o mejor dicho, no se permite, al igual que con la dirección, seguir alguno de aquellos ni tomar cualquiera de éstas. Llegados a este punto lo único que podemos hacer es bajar del coche y echarnos a llorar. Es, por así decirlo, un punto de no retorno, literalmente hablando, de no avanzo, de no giro a la izquierda, de no giro a la derecha, en definitiva, de no, de no hagas nada más, que ya la has cagado bastante llegando hasta aquí.
Para un conductor modélico que se precie, esto es lo mismo que para un creyente el zaguán del infierno. Llegas, sin saber muy bien qué coño has hecho mal, paras, miras a tu alrededor y te percatas de que tus opciones de huída son nulas.




La elección del título del artículo no ha sido una tarea trivial ni casual. “Señales del futuro” es fiel reflejo del afán de lucro y de la insaciable sed recaudatoria con que las autoridades de tráfico nos vienen amenizando (amenazando subrepticia o veladamente) la vida en los últimos tiempos. Por tal motivo presumo que la idea de ubicar indicaciones de este tipo a lo largo y ancho de nuestra red viaria no es tan descabellada, y bien pudiera ser propia de la cabeza pre-clara y, en este caso también, redundante y tautológicamente des-cabellada, de nuestro ministro del Interior, el señor Alfredo, ladino y astuto, como viejo zorro que es (en este momento doy gracias a que no sea una mujer la que ostente actualmente el cargo, pues los cariñosos apelativos que dedico cobrarían un sesgo algo más abyecto y soez al ser aplicados al género femenino).

Nos hallamos, pues, ante la “señal total”, un símbolo totémico al que las autoridades se aferran como el náufrago lo hace a un tablón a la deriva, con la vana esperanza de sobrevivir a la tempestad, a sabiendas de que su salvación depende más del azar que de él mismo. Con esta señal vertical, y abusando del símil una vez más, nuestros gobernantes han descubierto El Dorado de la recaudación ilimitada. Hagas lo que hagas, acabarás pagando. “No podemos recaudar sin ti”, “Esto lo podemos pagar entre todos”, “Ora et (co)labora”, son algunos de los lemas que se barajan para encabezar la nueva campaña de Tráfico.


A continuación trataré de recrear, torpemente, una situación hipotética que tiene lugar junto a una señal de este tipo, en la que un agente de la ley detiene a un automovilista incauto.


-Buenos días señor, ¿sabría decirme lo que ha hecho usted mal?
-Desde luego agente, jamás debí haberme casado, desde entonces mi vida es un auténtico calvario…
-Me refiero a si sabe usted por qué lo he tenido que detener.
-Si acierto la respuesta, ¿qué me da?
-Nada, y no me toque las narices. Vamos a ver, ¿me puede explicar cómo ha llegado usted hasta aquí?
-Luchando mucho, trabajando duro y no rindiéndome ante la adversidad…
-¡Ya basta! ¡Le confisco el volante!
-El volante no, por favor, ¿no le interesa más un reposacabezas ergonómico?
-Oiga señor, se le va a caer a usted el pelo.
-Soy consciente de ello, padezco alopecia androgénica. Es usted muy observador, señor agente.
-¡Me cago en todo lo que se menea! ¡Le voy a meter una multa que se va usted a cagar!
-Está bien, pero yo preferiría hacerlo sentado y de forma más sosegada, si no le importa… me cagaré sobre cualquier cosa que se quede quieta.
-¡Así no puedo! ¡Lo dejo! ¡Dimito!
-¡Mito!
-No me refería a eso, sólo divagaba.
-Vagaba.
-Es sólo una forma de hablar, digamos...
-Gamos.
-¡Que no! Tan sólo hablo para mí, disertando.
-Sertando.
-Me lo está poniendo usted complicado y difícil.
-Fícil.
-No quiero que repita lo que digo, ¡diablos!
-¡Ablos!
-¡Me está usted encabronando!, ¡diantres!
-¡Antres!
-¡Dios!
-¡Os!
-¡Repita ahora, repita si tiene huevos, ande, dígalo!
-¡Lo!
-¡Escúcheme bien! ¡¿Sabe lo que le digo?!
-No, señor agente, sólo le obedezco.
-¡¿Hasta dónde pretende usted llegar con esta tontería?!
-Pues la verdad es que me encantaría llegar a casa y dejar este ridículo sainete. Y por cierto, esto no es una tontería, es un coche, viejo, pero coche al fin y al cabo.
-Quítese de mi vista antes de que me arrepienta. Circule, puede usted irse, sin más.
-Gracias señor agente, me voy, con menos.

domingo, 13 de marzo de 2011

¡Hasta el inficítrico y más acá!


Quisiera dedicar el presente artículo al que durante siete años fue mi compañero de piso y de estudios arquitectónicos y, a pesar de ello, gran amigo, Joaquín, a quien tanto aprecio. Sin su apoyo y su extraordinario sentido del humor, tengo por cierto que la carrera me habría resultado mucho más tectónica que arqui, si es que lo que acabo de decir tiene alguna base semántica o epistemológica. No en vano, ha sido él quien aporta el documento gráfico que muestro a continuación, así como parte de los comentarios y reflexiones que aquí se exponen.

Como podéis comprobar, se trata de un tramo de autovía aparentemente inconcluso. Me gustaría resaltar que en este caso, el concepto de tramo se eleva a su máxima expresión literal, pues jamás antes se había podido identificar con tanta precisión el principio o final de una carretera.

Seguramente os preguntaréis, al igual que hizo un servidor, lo siguiente: ¿Qué sentido tiene esto? Pues bien, tal vez no pueda contestar a otro tipo de interrogantes o acertijos más o menos crípticos, pero sí que tengo una respuesta para esta cuestión. Tiene un doble sentido, y en este caso no es ni tautológico, ni intencional (bueno, tal vez, un poco sí). Es un doble sentido mucho más prosaico, convencional e incluso me atrevería a calificarlo como vectorial. Según he podido averiguar, uno de los sentidos se dirige hacia la localidad de San Javier, y el otro hacia la de Zeneta, ambas en la provincia de Murcia. El estado actual de las obras es el que se muestra, y según parece, no ha sufrido modificación alguna en, al menos, dos años.




A partir de aquí y haciendo uso de la más pura y arbitraria lógica cartesiana que se halla a mi alcance, pasaré a enunciar algunas de las hipótesis más cabales y coherentes a las que he podido llegar, para comprender las razones de la perpetuación temporal y el estancamiento de esta situación:

-Se conoce que Paco, el de los asfaltos, se fue a almorzar, se le complicó la mañana, y aun se le espera.

-El Ministerio de Medio Ambiente se dio cuenta, a tiempo y por fortuna, de que al otro lado de la valla habitaba una simpática familia de hormigas salvajes en peligro de extinción, o una colonia de orugas-bola protegidas.

-Antonio, acaudalado huertano murciano, ha ido ensanchando, poco a poco, a lo largo de los años, el sendero que conduce hacia su naranjal, hasta que la cosa se le ha ido de las manos.

-Se trata de un aciago ejemplo de trabajo interdisciplinar en equipo. Cuando se pretende conjugar la ingeniería con el paisajismo, en ocasiones, se corre el riesgo de llegar a encrucijadas proyectivo-intelectuales irresolubles, o lo que es lo mismo, a callejones sin salida. A veces, como se puede comprobar, obtener una decisión consensuada no basta, y el punto medio no es el lugar donde radica precisamente la virtud.

-Las cabezas pensantes del Ministerio de Fomento, así como las autoridades de la DGT han decidido que las autovías, con el fin de evitar el sopor y la monotonía que producirá transitar a 110 km/h por ellas, deberán realizar exaltación expresa de las genuinas señas de identidad autóctonas con que cuenta cada una de las Autonomías. Por tanto, a la zona de Murcia le corresponderá intercalar tramos asfaltados con otros de huertos de cítricos. No cabe duda de que se trata de una decisión certera, tanto en su principio inspirador como en la forma de llevarla a cabo.

-Por último, cabe la posibilidad de que se trate de una oportuna medida de choque para reducir la velocidad en carretera, aunque en este caso y bajo mi particular punto de vista, tiene más de choque que de medida.



Post Scriptum: Lo que no termino de comprender es el motivo por el que se invita a irrumpir en el tramo de huerto a una velocidad de 120 km/h. Creo que va en contra de los propios intereses de la DGT, e incluso en detrimento de las vidas de los automovilistas. Resulta paradójico que por autovía asfaltada no se pueda circular a más de 110 km/h y que se permita rodar entre naranjos a 120 km/h. Yo no lo he probado, pero adivino que debe de ser peligroso, ¿qué pensáis al respecto?



martes, 8 de marzo de 2011

Faltando con decoro, blasfemando con clase e insultando con elegancia


El artículo presente nace con el propósito de sugerir alternativas viables a algunos de los más célebres y prestigiosos insultos y juramentos con los que cuenta la lengua castellana. La idea es que sendos modos de maldecir y faltar al respeto se complementen y se utilicen ad libitum, a voluntad, según el criterio de cada cual y en función de lo que la situación requiera. Vamos allá:


-Egregio y eminente resultado de la génesis carnal de una fémina de vida alegre y azarosa con un varón ignoto y casual: “¡Grandísimo hijo de puta!”

-Que a vuestra merced la sodomicen con inusitado frenesí: “¡Que te den bien por el culo!”

-Cornúpeta ovino de dimensión considerable: “¡Cabronazo!”

-Deambule con premura y ubíquese en el lugar donde residen fétidas heces y nauseabundas inmundicias: “¡Vete ya a la mierda!”

-Mención especial y explícita a la progenitora que tuvo a bien alumbrar el primero de tus días: “¡La madre que te parió!”

-Carezco de la voluntad precisa para que emane de mis sacras gónadas masculinas: “¡No me sale de los santos cojones!”

-Se trata de una deposición sólida que no es ni de mi competencia ni de mi incumbencia: “¡Me importa una mierda!”

-Distinguido amigo, tu bolsa escrotal se halla repleta de inequívocos deseos de compartir amor furtivo: “¡Tío, estás salido!”

-Expongo con franqueza y vehemencia el deseo de que un estruendo atronador, precedido por un haz luminoso, segmente tu anatomía en, al menos, dos porciones: “¡Que te parta un rayo!”

-Resultaría paradójico que perdieras el conocimiento, pues me pregunto cómo es posible perder algo que jamás se ha poseído: “¡Insensato, cabra loca!”

-Mamífero carnívoro de género femenino, de la familia de los cánidos y la tribu de los vulpinios: “¡Zorra!”

-Tal vez deberías probar a leer algo más sencillo, inténtalo con el alfabeto: “¡Borrico!”

-Mentiría si dijera que eres un Adonis, pero no se puede negar que posees una especie de belleza en constante evolución, difícil de asimilar o, incluso, residual: “Eres más bien tirando a feo”

-De paladar poco exquisito y gusto escasamente refinado, aficionado a los caldos añejos y de cuyo sistema circulatorio sanguíneo emanan efluvios etílicos: “¡Borrachín!”

-Le aventuro una cierta actividad cerebral, así como la hipotética capacidad intelectual de un homínido en ciernes: “¡Descerebrado!”

-Inmensa meretriz adoradora de festejos populares: “Putón verbenero”

-Trate usted de introducir el objeto presente, y sobre el que no se realiza mención explícita, en la cavidad corporal cuya capacidad volumétrica responda a las necesidades de ocupación esperadas: “¡Métetelo por donde te quepa!”

-Efectúo sólidas deposiciones sobre todo aquello que no permanece estático, es decir, sobre aquello cuya esencia inmanente estriba en el dinamismo: “¡Me cago en todo lo que se menea!”


Invito y animo a todo aquél o aquella que lo desee a formular sugerencias, críticas, ideas  o reproches, así como a hacer uso, con naturalidad, de todo lo aquí expuesto, combinando, según proceda, la contundencia del modo tradicional, con el cinismo erístico que encierran las formas propuestas.



viernes, 4 de marzo de 2011

Con nombre propio

Lucía, Armando, Reme, Amparo, Curra, Encarna, Cesar, Marina, etc… son, como todos sabéis, nombres propios de persona. ¿Qué tienen en común? En principio no mucho. Sin embargo, llevo un par de días recopilándolos precisamente por aquella cualidad que comparten, que es, además de la anteriormente citada, la de constituir en sí mismos formas verbales.
Con el post de hoy pretendo rendir homenaje a todos estos nombres, así como, por qué no decirlo, a quienes los ostentan, cuya generosa y desinteresada aportación al núcleo del sintagma verbal de nuestras oraciones no debería permanecer por más tiempo en el olvido.

Comenzaremos por el tiempo presente del indicativo. En la primera persona del singular  encontramos a Marco, Amparo, Curro, Leo, Alejo y Trino, de los verbos marcar, amparar, currar, leer, alejar y trinar, respectivamente.
Siguiendo con el presente de indicativo, en su segunda persona, tenemos a un digno representante: Tomas.
La tercera del singular cuenta con más integrantes: Curra, Linda, Encarna, Serena, Marina y Devora, de los verbos currar, lindar, encarnar, serenar, marinar y devorar.
Si pasamos al pretérito imperfecto, hallamos a Lucía, o tercera persona del singular de lucir, y a Iban, tercera persona, ésta vez del plural, de ir.

El modo subjuntivo también ofrece posibilidades.
La segunda persona de singular del modo subjuntivo cuenta con Nieves, de nevar.
La tercera persona queda representada por Mate y Reme, de matar y remar, respectivamente.
Si buscamos en el plural del presente de subjuntivo, encontraremos a Miren y a Mamen, de los verbos mirar y mamar. Estas dos formas verbales, además, pertenecen al modo imperativo, es decir, ordenan o mandan algo. Ustedes, mamen o miren, según el grado de actividad o pasividad de los sujetos a los que se interpela.

También tenemos un infinitivo, Cesar, que es lo mismo que dejar de realizar una acción.
Entre los gerundios destacan Armando, de armar, y Amando, de amar.
En el campo de los condicionales se halla Hilaria, primera y tercera persona del condicional de indicativo de hilar.

He podido rescatar un par de neologismos verbo-nominales. Mila y Cleo, telcela y plimela pelsona del plesente de indicativo de los velbos milal y cleel, lespectivamente, clalo.

Centrándonos ahora en los apellidos, nos sorprende reconocer cómo destaca, con cuatro componentes, el pretérito perfecto simple, en su tercera persona del singular del indicativo, representado por Miró, Picó, Mascó y Cantó, de mirar, picar, mascar y cantar, en ese orden.
Del tiempo presente tenemos a Pinto, primera persona del singular de pintar, Vives, segunda de vivir, Mora  y Cuesta, de la tercera, de morar y costar.

El subjuntivo queda firmemente representado con tres apellidos, Cases, Montes y Marques, segundas personas del singular del presente de dicho modo, de los verbos casar, montar y marcar.

Como neologilipollismo, permítaseme el palabro, tenemos a Chabes, o chea, chegunda perchona del chingular del prechente de indicativo del verbo chaber.


Algunos de estos nombres, precisan de prefijo (recuerdo con nostalgia el día en que un compañero de clase, en el instituto, lo llamó prepijo, también conocido como prepucio, el prefijo, claro, no mi compañero) o sufijo, e incluso ambos, para que su significado verbal cobre todo su sentido. A continuación aporto un listado, sin entrar en detalles:

in-Teresa, Eva-do, em-Paquete, es-Tais, Fini-quita, pen-Sara, a-Marga, Mati-zo, a-Lisa, lla-María, Perez-co, a-Segura, desa-Fina, nito-Carlos, a-Tino, es-Curro, des-Liz-o, aco-Jonas, acongo-Jose,
 b-Romeo, pu-Lula, Mar-Charo-n, Consu-mimos, Fran-queo, Concha-vamos, Santi-guarte, ha-Brian, acab-Aron, Puri-fico, a-Cari-cia, Alma-ceno, revolo-Teo, Cris-taliza, n-Adan, ala-Bea, ma-Nando, Enrique-zco, a-Luci-no, Roman-izo, ha-Blas, Paco-mer, Paca-garte, Paquita-rselsombrero, Paquete-metes.

Quisiera ir Fina-lizando. Por tanto, Paca-bar lo haré con otro nombre, que considero apropiado para la ocasión, tal vez Serafín.

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