lunes, 14 de febrero de 2011

Sucesos par(i)dos….despedida epistolar de un vecino algo disgustado







Distinguido, apreciado y nunca justamente valorado, cerdo del 1ºB:

Mi nombre es Joseba Joiz Kierda, y dado que jamás mostró interés alguno en saber de mi existencia y la de mi familia, le diré que soy su, hasta hoy, vecino del bajo B, o como usted solía decir, el pringado de abajo. Le remito la presente para comunicarle, con agrado, que me mudo. Le ruego que me disculpe si atisba un ápice de hostilidad en mis palabras, pero le garantizo que no soy yo quien escribe, sino mi júbilo infinito al saber que, por fin, me voy. Espero y deseo que esta emotiva despedida, lejos de ser un adiós o un hasta luego, suponga, cosa que no imagina cuánto celebro, un hasta nunca.

Lamento profundamente haberle llamado cerdo en el encabezado, pero no crea que lo siento por usted, sino por el pobre animal, que no merece, bajo ningún concepto, la infame desdicha de compartir apelativo con alguien como usted. Tal vez la lengua castellana, y a pesar de su riqueza léxica, me resulte insuficiente para encontrar el calificativo con el que poder definir o describir lo que pienso sobre su persona.

Me tomo la libertad de ponerme en contacto con usted a través de este medio, fundamentalmente, por dos motivos:
Por una parte, a lo largo de estos interminables años, ha hecho usted gala de una desmedida indiferencia ante cualquier conato de saludo o acercamiento verbal, lo cual me ha llevado a imaginar que, o bien padece una sordera bestial o, sencillamente, no posee la capacidad necesaria para escuchar a los demás.
Por otro lado, y arriesgándome a errar en mi predicción, le presupongo, tal vez injustificadamente, la habilidad de reconocer la palabra escrita, es decir, de leer. Dado que, en una ocasión, me pareció escuchar cómo de sus labios se escapaba un sonido, identificado en su momento como un “eh”, me aventuro a adjudicarle una cierta actividad cerebral, lo que me llevó, en su día, a confirmar, con sorpresa, que era usted un ser humano.

Quisiera decirle lo mucho que le vamos a echar de menos, pero estaría mintiendo como un bellaco. Por tanto, me dispongo, aquí y ahora, a enumerarle los motivos por los cuáles, mi familia y yo, lo tenemos en tan baja estima.

Llámeme intolerante, si quiere, pero lamento discrepar con usted en que arrojar colillas de cigarro encendidas desde su ventana a mi patio sea una actividad divertida. Puestos a ser creativos, y en vista de que le gusta jugar con fuego, le propongo que trate de entretenerse introduciendo los cigarros, sin apagar, por cualquiera de sus orificios corporales, antes de, definitivamente, ingerirlos. A que mola?

Sé que quizás no lo llegue a comprender, pero aprovecharé para decirle, por si no lo sabía, que en el patio de mi casa, que es particular, no hay ningún letrero que indique o afirme que se trata de un vertedero. Por tanto, y apelando a su hipotética capacidad intelectual de homínido en ciernes, le sugiero e invito a que con los desperdicios orgánicos, puede hacer usted lo mismo que con los cigarros, sólo que en vez de por vía oral, los puede usted engullir por el recto.

Mi familia y yo tampoco terminamos jamás de comprender la hilaridad que se escondía tras su habitual recital de eructos matutinos. Tampoco nos hacían gracia los vespertinos, y ni que decir tiene, menos aún, los de las serenatas nocturnas, en las que se unían a su alegre fiesta puerco-musical, sonoras y rítmicas ventosidades. Sus posteriores carcajadas de troll desequilibrado, tal vez por el desconocimiento por nuestra parte del propósito que tenían o quizás por nuestra falta de sentido del humor, tampoco llegaron nunca a ganarse nuestra simpatía.

Su estupidez, mezquindad y falta de sentido común han quedado, siempre, bien patentes en las reuniones de comunidad a las que he tenido la desgracia de asistir, como aquella vez en la que intentó sacar adelante una propuesta para destinar el patio del bajo a piscina comunitaria. Hay que ser un mentecato y un lerdo para sugerir semejante insensatez. Le recuerdo que en el bajo vivimos, mejor dicho, vivíamos personas, y que debido a nuestra condición y naturaleza humana, a diferencia de su propia condición natural de merluzo, no estamos muy familiarizados con la respiración branquial, cabeza de chorlito.

Probablemente tampoco echaremos en falta a ese firme aspirante a Belcebú de 16 años, al que usted suele llamar hijo, y al que se está encargado, bien lo sabe Dios, de transmitir todas sus inquietudes porcinas, virtudes bovinas y habilidades caninas. No. No añoraremos esas noches, día sí, día también, en las que ustedes dos volvían en estado de embriaguez y se dedicaban a miccionar y/o vomitar sobre el felpudo que precede a nuestra sufrida puerta de entrada, mientras entonaban sus patéticos y animados cánticos de borrachos redomados. Ni tan siquiera nos importa que no nos vuelvan a robar la correspondencia del buzón. No, definitivamente no los echaremos de menos.

Afortunadamente, mi desgraciado ex vecino, no todo ha sido malo. Mi esposa y yo hemos disfrutado mucho de sus ausencias. Quizás no tanto como su fogosa mujer, que ha aprovechado cada una de ellas lo mejor que ha podido. Doy fe de que han sido numerosísimas las ocasiones en que, mi esposa y yo, hemos escuchado, perplejos, los inconfundibles gemidos de placer de su señora, mientras usted estaba fuera, borracho por los bares. Lo cierto es que nos hemos divertido muchísimo, tratando de adivinar quién sería el causante y artífice de tales espontáneas y ostentosas manifestaciones de lujuria desatada. La verdad es que nunca nos resultó fácil acertar, pues al parecer tanto el frutero, como el cartero, el butanero, el panadero, el vecino del 5º y el del 2º, entre otros, han debido ser excelentes amantes para ella. De hecho, permítame apuntar que existe un extraordinario y asombroso parecido entre su vástago y el panadero, no cree?


Sinceramente,
Joseba

Post Scriptum: Dado que, desgraciadamente, me temo, no es probable que su mente de Neanderthal tarado consiga procesar tanta información sin riesgo de implosión, a continuación, y a modo de síntesis, le brindo una traducción de lo que le vengo comentando.

Maldito borracho asqueroso, descerebrado hijo de puta y cornudo mamón:
Me piro del edificio. Que te jodan. Los cigarros, te los comes, y la mierda,  te la metes por el culo. Que te jodan otra vez!

Sinceramente,
El pringado de abajo


3 comentarios:

  1. Es tan ingenioso, al inicio tan sútil..., en todo momento tan jocoso a la vez que diplomático ( en ocasiones ), que me resulta una combinación genial para "descoj...." a gusto , jajajaja ¡ y qué bueno !.

    Saludos.

    ResponderEliminar
  2. Jo Miguel,

    Casi parece que incluso te cae bien :) noooooo, que es broma. El pringao de abajo se ha esplayao. Imagino que te sientes mejor, mas expansivo, pues eso...que al final cuando le veas le darás un abrazo y todo.

    Marisa-.

    ResponderEliminar
  3. Más antigua que el mundo es la historia de los vecinos....creo que por alguna cueva se han encontrado imágenes...muestra palpable e histórica donde las haya.....Jajajajajajaj, es buenísimo. Gracias Miguel, más de uno se podrá ver reflejado a la perfección.

    Un saludo

    ResponderEliminar

Si te ha gustado esto, tal vez te interese