domingo, 30 de enero de 2011

Sucesos par(i)dos…señora octogenaria reducida por la fuerza, en su propio domicilio, tras cometer un delito contra la propiedad intelectual

Con este suceso par(i)do inauguro una nueva sección en este blog. Trataré de dar a conocer y difundir noticias y sucesos que, pese a ser inventados y manipulados por mi propia mente delirante, no distan mucho de aquellos otros que presenciamos habitualmente, impasibles y perplejos. Ahí va el primero:





“Según información recibida, doña Salomé Pocaba Roca, una anciana octogenaria, cuya identidad no ha trascendido, ha sido conducida a dependencias policiales, fuertemente custodiada, tras cometer un grave delito contra la propiedad intelectual.
Al parecer, llevaba tiempo siendo objeto de las sospechas y pesquisas de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado. Las investigaciones han dado su fruto, y la detención ha culminado con éxito gracias a la colaboración vecinal.

A las 9:00 de la mañana de ayer tarde, don Eusebio Logía Marina, un comunicante anónimo, alertó a la SGAE de lo que, estupefacto, venía siendo testigo. Según declaración del propio denunciante, escuchó a su vecina, doña Salomé, cantando en la ducha un tema musical sujeto a derechos de autor, por lo que, haciendo un alarde de civismo y sensatez, decidió ponerlo en conocimiento de las autoridades en la materia. El servicio de inteligencia secreta de la SGAE, por su parte, en su afán de velar por los intereses de la sociedad (la suya, principalmente), tras realizar unas comprobaciones rutinarias y constatar cómo, efectivamente, doña Leonor no estaba, ni autorizada a difundir y propagar dicho bien intangible, ni al corriente del pago del canon por uso y disfrute melódico, se puso manos a la obra.

Los servicios de operaciones especiales, en coordinación con los antidisturbios y las Fuerzas de Acción y Combate por el Honor Artístico (la F.A.C.H.A.), alentados por la gravedad del delito, pusieron inmediatamente en marcha un dispositivo de actuación. A las 9:15, y después de llamar a la puerta de doña Salomé en repetidas ocasiones, se vieron obligados a hacer uso de la fuerza para, finalmente, abatirla a patadas. Una vez en su interior, y alertados por los cánticos procedentes del baño, accedieron, fuertemente armados, al lugar donde se estaba perpetrando la actividad delictiva. Tras comprobar que, efectivamente, la señora Salomé se enjabonaba la cabeza mientras entonaba, con más voluntad que talento, el célebre éxito “Litros de alcohol” de Ramoncín, hito y referente del patrimonio cultural y musical universal, de incuestionable calidad, así como reconocido por su vocación difusora de los valores humanos y espirituales, la instaron a que depusiera su actitud desafiante. Salomé, que según ha trascendido posteriormente, tenía cita con el otorrino al día siguiente para llevar a cabo la extracción de sendos tapones de cerumen que la tenían sumida en una profunda sordera, ajena a lo que se estaba cociendo, hizo caso omiso por las razones descritas. Tomada esta actitud como de provocación por parte de los Servicios Especiales, la respuesta policial no se hizo esperar.

Fue contundente, eso sí, pero también imprecisa. Se conoce que la señora Salomé, embadurnada en aceite corporal, resultó ser una presa más que escurridiza, y según ha trascendido, su afición al orujo de hierbas la llevó a imaginar que se encontraba en una de sus frecuentes fantasías etílicas. Su absoluto conocimiento de la vivienda, sumado a la insólita agilidad que mostró, propició que su captura no fuese tarea fácil. Después de varios minutos de incertidumbre, jugando al gato y al ratón, la situación se tornó dantesca cuando, en mitad de un ataque de risa, doña Salomé perdió el equilibrio, deslizándose tres o cuatro metros, hasta colisionar con el ficus benjamina que gobernaba la sala de estar. Tras el brutal choque, la señora Salomé, con un golpe inciso-contuso en el hueso frontal y ebria hasta las cejas, tuvo el tiempo justo para entonar un fragmento de la canción que decía: “No provoques más mi pasión, que llevo dentro un fuego que no puedo contener…”, antes de caer de bruces y perder el conocimiento.

Se procedió, finalmente, a transportar a la señora Salomé, fuertemente custodiada, a la enfermería de la Comisaría de Policía.
Según se le ha informado, a través de gestos, pues su sordera, tal y como se ha constatado, es absoluta, se enfrenta a los siguientes cargos: grave delito contra la propiedad intelectual, desacato a la autoridad, atentado contra el orden público, exhibicionismo, profanación del honor del autor del “rey del pollo frito” y mala praxis músico-vocal.”

miércoles, 26 de enero de 2011

gajos del oficio de arquitecto

“Abandonad toda esperanza”. Con esta “cálida” (por aquello del fuego eterno) bienvenida, reciben a las puertas del infierno, según nos cuenta Dante en su Divina Comedia.

No temáis, no vamos a hablar de infiernos, ni de Dante. Tampoco de comedias, ni humanas ni divinas. De puertas, tal vez. Con este dramático enunciado pretendo deslizar un tema que conozco de cerca, para variar un poco. Hablaremos, esta vez, de arquitectura, y como no podía ser de otro modo, en tono irónico. Por centrar un poco más el asunto, diré que lo que vamos a tratar se refiere, fundamentalmente, a la relación profesional que se establece, en ocasiones, entre arquitecto y cliente.

Abordaremos la cuestión desde una perspectiva global. Intentaremos analizar el proceso comunicacional y los mecanismos por los cuales la transmisión y recepción de información entre ambos sujetos, frecuentemente, se ve distorsionada por crujidos (más que ruidos) semánticos y por toda suerte de interferencias de diversa naturaleza.

Para empezar, y siempre desde el punto de vista del arquitecto, estudiaremos la figura del cliente, repasando los distintos tipos que podemos encontrar. Realizar un estudio en profundidad de toda la casuística se me antoja, como poco, una tarea inabarcable para un artículo de estas características. Me limitaré, por tanto, a dar unas pinceladas sobre los arquetipos más redundantes, siguiendo un riguroso orden aleatorio.

Podríamos comenzar hablando del tipo de cliente “inmune o impermeable a las ideas ajenas”. Este sujeto, por norma general, presenta una gran autoconfianza y una seguridad total a la hora de expresar sus planteamientos e ideas arquitectónicas, sea o no conocedor de la naturaleza de las mismas. No muestra excesivo interés, ni entusiasmo alguno por los planos, maquetas, infografías y explicaciones, puesto que, aunque no lo manifieste “ad alta voce”, piensa que todo aquello que no se geste en el seno de su fecunda e ingeniosa mente maravillosa es una mierda. En ocasiones respeta el turno de palabra del arquitecto, pero suele responder, frecuentemente, con un: “todo esto me parece muy bien, pero lo vamos a hacer a mi manera”.

El hecho de proyectar, diseñar y, en definitiva, materializar ideas, requiere, por parte del arquitecto, una serie de destrezas. El proceso creativo asume la identificación y captación de ciertas necesidades ajenas, a través de la empatía y la sensibilidad. Mediante el análisis, reflexión, incubación y síntesis de conceptos abstractos se trata de dar respuesta a dichas necesidades, resultando realidades concretas y construibles.
Algo debe ocurrir, bien durante el proceso, o bien en el momento en el que se establece la comunicación entre arquitecto y cliente. Algo que imposibilita, en muchas ocasiones, que la información salga y se reciba en buenas condiciones. El emisor, el receptor, el código, el mensaje, el canal, la verdad, no lo sé.


Para comprender mejor lo que digo, vamos a proponer un sencillo ejercicio práctico.
Las imágenes que muestro a continuación corresponden a la vivienda conocida como “Fallingwater house”, del arquitecto Frank Lloyd Wright.
Vamos a imaginar, por un momento, que otro arquitecto, uno cualquiera, trata de defender las virtudes de una casa como ésta ante un cliente del tipo “inmune o impermeable a las ideas ajenas”. A ver qué pasa.




Lo que dice el arquitecto, entusiasmado, mientras muestra la documentación gráfica:

“En primer lugar he procedido a mesurar y valorar las tensiones y fuerzas del lugar, con el fin de ubicar y orientar la vivienda según los parámetros de apertura visual, perspectiva, paisajísticos y de soleamiento óptimos. Del mismo modo, la propuesta que le presento responde al emplazamiento con actitud de respeto, casi de dulzura, valorando el entorno, en el que se integra la vivienda, potenciándolo y consiguiendo que la dualidad lugar-arquitectura salga reforzada y convertida en unidad retroalimentativa. La concatenación espacial, la superposición de planos y masas, así como la articulación volumétrica permiten el diálogo entre lo natural y  lo artificial. Se ha buscado la ingravidez, sugerida a través de los grandes vuelos de las terrazas. El hilo conductor que articula el espacio interior es el que nos habla de flexibilidad, diafanidad espacial, funcionalidad y permeabilidad lumínica. La contraposición de elementos verticales y horizontales trata de equilibrar tensiones, de fusionar estatismo y dinamismo, en definitiva, de realzar y potenciar el juego de luces y sombras”  


Lo que piensa el cliente mientras habla el arquitecto y contempla la documentación:

(Vaya tela! Yo quería sólo una casa, no esto. Ufff… ¿Qué dice de parámetros de qué? No, este tío no tiene ni puta idea de arquitectura, le tendría que presentar a mi cuñado, que sin planos ni nada te levanta unas casas bien hermosas. Mierda, ya he perdido el hilo. A ver qué dice ahora… ¿Dualiqué? ¿Retroalimentaqué? Hay que joderse, que palique!  Y a todo esto, ¿por dónde coño se entra? No veo la puta puerta. Lo que yo te diga, ni puta idea tiene éste… diálogo entre lo natural y lo artificial, manda huevos. Bla, bla, bla, ñi, ñi, ñi. Y aun sigue, vaya peñazo! A ver cómo le meto en la cabeza que yo lo que quiero es una puta casa, joder, cuatro paredes y un tejado, coño, no es tan difícil de entender. Joder, ya me he vuelto a perder…Flexibilidad y diafaniqué? Los cojones. Equilibrar tensiones, eso, tensión y mala hostia, lo que llevo yo encima. A este tío le tengo que parar los pies, le tengo que quitar la tontería, pero ya. Además, fijo que la casa no aguanta, se cae, seguro que no resiste los impulsos ascensionales esos que dice. En mi casa no tolero los dinamismos. Lo que faltaba, juegos de luces y sombras, la leche! Qué pesado! Te voy a dar yo a ti juego, pero de hostias!)


Lo que responde finalmente el cliente:

“Esto… A ver… un tema... Y digo yo…, la casa ésta…, un suponer…, ¿no cree usted que puede que, con el tiempo, tenga humedades? Va a ser que prefiero algo menos diafanático, espacialmente hablando, claro. Y lo de la ingravidad, como que no me lo trago. Ya si eso me trae usted mañana otra propuesta, un poco más elaborada, que se nota que esto lo soñó anoche y lo ha pasado a limpio esta mañana, rápidamente y de mala manera. Le recuerdo que quiero una casa, no un juego de sol y sombra estatizado con impermeabilizante luminoso.”


Lo que piensa el arquitecto:

(Nooooo! Me cago en la leche! El trabajo de meses a la puta mierda en cinco minutos! Otro que quiere cuatro paredes y un tejado! No aprendo, no aprendo. Dios! Qué va a ser de mi?)


Lo que dice finalmente el arquitecto:

“Bien, revisaremos la propuesta y reconsideraré sus alternativas. Quedamos emplazados para la misma hora, el jueves próximo.”


domingo, 23 de enero de 2011

Platón, su “Mito de la Taberna” y otras verdades (segunda parte)


En nuestro último artículo, dejamos a Platón saboreando las mieles del triunfo logradas tras la sublime interpretación del balido de una oveja escocesa. Ésta y otras actuaciones memorables, tales como el monólogo sobre “agricultura antártica”, la imitación de una col lombarda y el chiste de la vaca, lo consagraron como artista de éxito internacional. Su arrolladora personalidad y su marcada vocación cómica hicieron de él un mito, un referente, ejerciendo una influencia descomunal sobre todo el mundo de la Antigüedad.

Como muestra de tal magnetismo, citaré un ejemplo. Praxíteles, escultor griego de prestigio en el siglo IV a. C., acudió, cautivado por el influjo platónico, a la Britania, donde estableció su residencia durante unos años. En este tiempo, su obra, pese a conservar evidentes rasgos de su pasado helénico (canon alargado, contraposto, curva praxiteliana, equilibrio, etc…), da un paso adelante en el tratamiento de los ropajes (quizás el libre albedrío heleno sucumbió frente al puritanismo inglés de la época), que le permiten obtener una amplia gama de recursos estilísticos y compositivos, tales como la posibilidad de que el esculpido meta sus manos en los bolsillos, o la ventaja de no tener que estar todo el día esculpiendo genitales. En la imagen que muestro, a la izquierda se halla el “Sátiro en reposo”, de su etapa griega, mientras que a la derecha encontramos a su “Fedón Lenon apoyado”, de la época británica.


Platón, en la cima de su carrera artística y fruto de una ambición desmedida, fue seducido por la idea de perpetuar su humor a través de los tiempos, por lo que se dedicó en cuerpo y alma a crear una escuela en la que difundir sus enseñanzas. Lo que hoy en día conocemos como la “Academia” de Platón, en su día vino a llamarse la “A comedia”. El paso del tiempo, el desgaste terminológico y la lamentable transcripción de algún inepto traductor condenaron al olvido al nombre original.

La avalancha de alumnos candidatos a formar parte de la misma fue tal, que se vio obligado a convocar una serie de “castings” para la selección y admisión de los mismos. Con este hecho histórico se dio origen al concepto “show-business”, ya que entre los requisitos para formalizar la inscripción se debía abonar una cantidad de considerable de denarios, en concepto de matrícula. El negocio pues, estaba servido.


Como digo, los seguidores y discípulos llegaban en masa, procedentes de todos los lugares del mundo conocido. La imagen que se muestra a continuación apoya mi teoría. Es una fotografía de la época (siglo IV a.C.). La fecha exacta en que fue tomada la desconozco, pero al ser en blanco y negro he podido deducir que tiene más de 30 años, por lo que, basándome en una sólida corazonada, me arriesgaré a afirmar con rotundidad que es probable que pudiera ser de entonces. En ella podemos ver como los candidatos se agolpan, a la puerta de “The Cavern”, a la espera de su oportunidad, de su momento de gloria, de su lanzamiento al estrellato. Sobre las pruebas de admisión y su desarrollo hablaremos en otra ocasión. Tan sólo decir que, entre otras, debían participar en una carrera de sacos, recitar la Odisea con cinco polvorones de estepa en la boca y bailar la Mickey-danza en estado de embriaguez.





Podemos observar cómo y hasta qué punto, la moda auspiciada por Praxíteles de llevar las manos en los bolsillos, se generalizó entre los seguidores platónicos. Vemos, en primer plano y a la derecha, a Thales de Mileto, mirando directamente a la cámara, mientras trata de recordar su número de prestidigitación, en el que a través de la mirada y con una serie de procesos neuropsíquicos complejísimos tratará de convencer al hámster que lleva en su bolsillo derecho del pantalón para que cuente el ya famoso chiste de la vaca.
Detrás de Thales, encontramos a un joven y espigado Pitágoras, nervioso, comiéndose las uñas, debido a la dificultad y peligrosidad que encierra el magistral número de auto-martirio que espera poner en práctica, consistente en colocar dos huevos (los propios) en un cazo con agua, al baño maría, y llevarlos hasta el punto de cocción, mientras entona, sin pestañear, unas alegres bulerías. La complejidad de este número estriba, no tanto en el dolor (que también), ni en la interpretación musical, sino en que tan sólo se puede llevar a cabo una vez.
El cuarteto de la izquierda, formado por Teodoro de Samos, Telémaco de Ítaca, Apolonio de Éfeso e Ictinos de Rodas, esperan, con caras de absoluta concentración, mientras repasan su intervención musical, a capella, del mítico tema “tengo una vaca lechera”, original de la clásica Topolino Orchestra, con la extraordinaria particularidad de que en vez de ser interpretada a través de la voz, la ejecutan mediante delicados sonidos procedentes del movimiento compulsivo de sus axilas, combinados con el virtuosismo y gracilidad de ventosidades acompasadas.

Éstos y otros muchos pasaron por “A comedia” en “The Cavern Club”. La mayoría quedó en el olvido. Tan sólo unos pocos lograron el éxito. Entre estos últimos, destacamos, un cuarteto que, incomprensiblemente y contra todo pronóstico, consiguió triunfar. Ignoro sus identidades, pero confió en que, pronto, muy pronto, las averiguaré.


viernes, 21 de enero de 2011

Platón, su “Mito de la Taberna” y otras verdades



En el artículo de hoy, como comprobaréis a continuación, voy a meter las narices donde no me llaman. Pretendo abordar, sin rigor alguno y desde la más absoluta arbitrariedad, la ardua tarea de desmentir y poner en cuestión la procedencia y verdadera esencia tanto del “Mito de la Taberna” de Platón como de todo aquello que lo envuelve.

Durante siglos, generación tras generación, hemos venido asistiendo con pasmosa pasividad a la génesis y consolidación de una interminable ristra de burdas patrañas. Mitos, historias, leyendas, teorías y tesis, que arropadas por una aparente y abrumadora erudición, se han depositado en nuestro subconsciente colectivo como verdades incontestables e incuestionables. Trataré de tumbar los cimientos de lo que durante cerca de 2.500 años hemos aceptado como cierto, y que es el germen de la filosofía y el pensamiento sobre los que se asientan las bases de la cultura occidental.

Aquellos que dominan hoy el mundo, es decir, el Polígono, el FIB, el KFC (Kentucy Fried Chicken), el servicio secreto uzbeco, la inteligencia militar (irónica paradoja) kazaja y la Diputación Provincial de Castellón, con el señor de las gafas oscuras al frente, desean que la verdad permanezca escondida, oculta tras las sombras, con el fin de seguir dominando el gran negocio de la iluminación de interior y de jardines.

Comenzaremos pues, apuntando alto, desmontando la figura del propio Platón. A diferencia de lo que nos han enseñado sobre él, Platón ni era griego, ni su nombre auténtico fue éste. En realidad era sajón, y pasó gran parte de su vida en su localidad natal, Lulworth Cove, en el condado de Dorset, al sur de Inglaterra. Su verdadero nombre se desconoce, pero he podido averiguar que en el ambiente en el que se movía era conocido como “Big Dish”, debido al descomunal tamaño de su cabeza, similar al de una ensaladera. Cuando los romanos conquistaron Britania, a comienzos de nuestra era, Plinio el Joven y otros reputados cronistas de la época tuvieron a bien “latinizar” el nombre. Dudaron entre llamarlo “Cabezón”, “Carapán” o “Caraplato”, adoptando finalmente la sabia decisión de ponerle “Platón”, nombre al que, acertadamente, vieron un futuro más prometedor.

Supongo que muchos de vosotros habréis oído hablar del “Mito de la Caverna”. Sabréis pues, que en él se expone, en parte, el germen de la filosofía epistemológica defendida por Platón. Según éste, el ser humano se encuentra cautivo en una caverna. Durante nuestra vida, y debido a la oscuridad reinante en el interior de esta cueva en la que nos hallamos, no somos capaces de percibir la realidad tal cual es. Tan sólo tenemos la posibilidad de vislumbrar las sombras o siluetas proyectadas de “lo real” sobre las paredes de dicha caverna. Es, por tanto, un conocimiento indirecto y diluido de la esencia de las cosas. Para ser tocados por la luz de la razón debemos hacer un esfuerzo por salir de nuestro cautiverio. No obstante, necesitaremos armarnos de valor para soportar el dolor que la luz causará sobre nuestras retinas tras el tiempo transcurrido en penumbra. Se podría resumir diciendo que se necesita valentía y voluntad para enfrentarse a la ignorancia, plantándole cara, luchando por acceder a la verdad a través de la senda del esfuerzo y el sacrificio. Muy bonito y bucólico, pero rotundamente falso.

Para empezar, la confusión terminológica entre “Mito de la Caverna” y “Mito de la Taberna” procede del lugar donde se gestó tal disparate, una sórdida taberna barriobajera ubicada en el número 10 de Mathew Street, en Liverpool, conocida como “The Cavern Club”, tal y como muestro en la imagen que inserto a continuación.


En realidad, Platón disfrutó del enorme éxito y la aprobación que le reportó su fino humor inglés desarrollado en sus “Monólogos”. Fruto de un asombroso ingenio y una vena artística sin igual, destacó como humorista en “The Cavern Club”, mostrando al mundo y la sociedad de la época una faceta cómica desbordante. Sentó las bases de la interactuación con el público, que asistía entusiasta a todas sus “performances”, participando incluso en ellas, motivo por el cual los “Monólogos” pasaron a ser denominados los “Diálogos” de Platón. Uno de los más conocidos, “El Banquete”, que realidad comenzó llamándose “El Guateque”, sirvió de inspiración al director de cine Blake Edwards para que, en 1968, llevara a cabo la película homónima, interpretada magistralmente por Peter Sellers, dando vida a Hrundi V. Bakshi, un patoso y enternecedor actor hindú.

La imagen que muestro a continuación da fe de lo que cuento. En ella se puede contemplar a Platón, radiante de carisma, durante una de sus magistrales intervenciones, en las que fusionaba a la perfección ironía, repertorio gestual, lenguaje corporal y buen hacer en el escenario. En esta ocasión trataba de deleitar al personal con la sublime interpretación de un balido de oveja escocesa.



Seguiremos con esta orgía de irrealidades, adentrándonos en los entresijos de lo que se dio a conocer como la “Academia” y sus discípulos. Pero esto será objeto de análisis y reflexión en próximos artículos.



martes, 18 de enero de 2011

Hoy cocino yo…receta especial

Para esas veladas en las que tienes invitados y quieres quedar bien, para esa ocasión especial en la que tu jefe se toma la libertad de “apuntarse” a cenar en tu casa, para ese día en que decides sorprender a tu pareja con algo diferente, propongo hoy una receta fácil, asequible, cómoda y rápida, con la que sin duda, no dejarás a nadie indiferente. Ésta no es otra sino la que paso a relatar a continuación, mientras yo mismo voy preparándola:

Asado de elefantes rellenos al jerez

INGREDIENTE PARA CUATRO PERSONAS

-elefantes africanos (4 unidades)
-tomates (100 kg)
-patatas (120 kg)
-cebollas (160 kg)
-magro de cerdo picado (200 kg)
-ciruelas pasas (60 kg)
-mantequilla (20 kg)
-leche (60 litros)
-miga de pan (40 kg)
-vino de Jerez (50 litros)
-sal y pimienta (abundantísimas)


PREPARACIÓN

Antes de proseguir, imagino que quizás alguno de vosotros estará pensando que he pasado por alto una cuestión crucial como es la del tamaño de los elefantes. Pues bien, para disipar cualquier conato de duda, haré referencia ahora al tema. Deben ser medianos, ni muy pequeños, ni muy grandes, un poco en función del apetito que tengamos, lo dejo a vuestro sano juicio.

Lo primero que debemos tener presente a la hora de preparar cualquier plato es elegir bien el producto. En el caso que nos ocupa tenemos dos opciones:
Una de ellas, la más atractiva aunque también menos aconsejable, es la de emprender rumbo a Tanzania y ocuparnos nosotros mismos de la selección de los paquidermos, inmersos en su propio hábitat natural. Como he dicho, a pesar del halo épico y el cierto grado de heroicidad que supone atrapar con tus propias manos y con la única ayuda de una cuerda a cuatro ejemplares de elefante africano, no debemos perder de vista que se trata de una especie que, a pesar de su legendaria fama de animal tranquilo, en la lucha cuerpo a cuerpo, y sin arriesgarme a asegurarlo con rotundidad, pudiera darse el caso de que saliésemos perjudicados.
Sin duda pues, nos decantamos por la segunda de las opciones: vuestro supermercado de confianza. Lejos de recomendar las bandejas de elefantes envasados al vacío y envueltos en celofán, me inclino a sugerir que optéis por comprarlos al peso, si se da la ocasión, ya que los podréis escoger en función de su grado de ternura y madurez.
El resto de productos son de uso cotidiano y suelen hallarse en la despensa de cualquiera de nuestros hogares. Si no se dispone de alguno de los ingredientes en las cantidades indicadas, se compra.

Ahora nos encontramos en la cocina. En primer lugar, desplegamos y extendemos un par de rollos de papel de aluminio o vegetal sobre el suelo y dejamos caer los elefantes encima, sin que queden apelmazados, más bien debe quedar suficiente espacio entre ellos, con el fin de que podamos seguir trabajando con comodidad y desenvoltura. Es importante embadurnar generosamente de mantequilla, tanto el soporte como a los propios paquidermos, para evitar que se adhieran entre sí. Esto se puede llevar a cabo a brocha o con un rodillo. Mientras los elefantes y nuestros brazos reposan, aprovechamos para descorchar una de las botellas de Jerez, y  disfrutar de antemano el momento de gloria que nos espera con un merecido y sabroso copazo.

Las siguientes actividades se desarrollarán, en la medida de lo posible, de modo simultáneo:
-Ponemos a macerar las ciruelas pasas con el vino de Jerez. Si el espacio del que dispone nuestra cocina es insuficiente, podemos dejar el recipiente en el baño. Se recomienda llevar especial cuidado al desplazar este barreño. No conviene verter Jerez por el suelo de la cocina, pues una hipotética mezcla con la mantequilla esparcida sobre el papel de aluminio podría convertirse en una trampa letal, haciéndonos resbalar, y consiguiendo estropear lo que, con toda seguridad, será una noche inolvidable.
-Empapamos la miga de pan con la leche. Puesto que hemos ocupado el suelo del baño con el cubo de las ciruelas y el Jerez, podemos optar por realizar el empapado de la miga directamente en el seno del fregadero de la cocina, o en el del lavabo del aseo de cortesía. Si no sois demasiado escrupulosos también lo podéis llevar a cabo en la bañera, que tiene más capacidad.
-Pelamos los tomates, patatas y cebollas. Troceamos en juliana. Debemos actuar con celeridad y vigor, pero también con cuidado y sensatez. Si nos percatamos de que no vamos bien de tiempo, podemos dejar alguna de las verduras sin trocear, que ya las emplearemos para decoración. Disponemos todo amontonado, formando una pirámide más o menos estable, sobre la mesa del comedor. Si no hay sitio suficiente, ocupamos otras estancias libres, improvisando y habilitando, si es preciso, amplias superficies planas cubiertas por plástico, si es que tenemos, sobre las camas.
-Precalentamos el horno a la máxima potencia admisible, al filo de la locura, pues esto tendríamos que haberlo hecho mucho antes. Si contamos con calefacción central, la encendemos también, que seguro que contribuye, mientras cruzamos los dedos con la vana ilusión de que la visita se retrase.

En este momento, más que nunca, debemos guardar la calma, tomar aire, respirar hondo y tratar de serenarnos. No debe cundir el pánico, y para llevar mejor la situación nos servimos otra copa de Jerez. Y otra más.
Ahora toca actuar con cabeza, con sangre fría. No podemos dejarnos llevar por la desesperación. Debemos pensar en el glorioso final de todo esto. No nos centremos en el caos reinante ni en el sainete que estamos protagonizando, víctimas de nuestra propia ambición desmedida. Otra copa.

Aún queda mucho por hacer, entre otras cosas, acopio de ollas, cazuelas, sartenes y cazos para ir pochando y dorando la verdura troceada. Acabo de recordar que los 200 kg de magro de cerdo picado están olvidados en el maletero del coche. Bajo a por ellos sin más dilación, abriéndome paso a través de los elefantes yacentes, sorteando verduras troceadas, migas de pan bañadas en leche y ciruelas pasas maceradas en Jerez, que se hallan azarosamente dispuestas sobre una fina capa de mantequilla, ya en estado líquido por el efecto del calor. Subo de nuevo a casa cargado con el magro de cerdo picado, mientras compruebo con asombro cómo el vapor resultante de la cocción de las verduras, sumado a los 39º de temperatura a los que se halla el interior de la vivienda, han dado lugar a una especie de neblina densísima que dificulta la visión. Desafortunadamente, tropiezo con una ciruela pasa, resbalo y voy a caer sobre uno de los elefantes. Como consecuencia del incidente, pierdo el control sobre el magro de cerdo, pasando éste a formar parte del amasijo de productos que se amontonan por doquier. Consigo rescatar una cuarta parte del magro, es decir, alrededor de 50 kg, que deposito con desgana sobre el sofá de cuero. Necesito un par de tragos de Jerez. A estas alturas, hay una pregunta que no para de resonar dentro de mi mente: ¿por qué no habré pedido unas pizzas?. Pero ahora el problema no es la comida, sino que más bien se trata de mantenerse en pie, de guardar ese equilibrio que pierdo con tanta facilidad. Quizás me sobraron los tres últimos copazos, quizás. Huele a verdura quemada, y los elefantes todavía sin abrir en canal. Busco y a tientas doy con un cuchillo jamonero. Me lío a sablazos con los pobres paquidermos, que no tienen culpa de nada, mientras me pregunto por qué tendrán esa piel tan dura y rugosa los jodíos. No consigo abrir hueco. Voy a por el taladro. No veo una mierda. Juego mi última baza. Decido armarme de valor y al grito de “¡¡Aaaaahhh!!” me lanzo como un ninja sobre ellos, sable samurai, recuerdo de mi viaje por oriente, en mano, y ahora sí logro hacer hueco, más bien “huecos”, sobre  el mobiliario de cocina, gres porcelánico, electrodomésticos, carpintería e incluso escayola.
Exhausto, rendido, agobiado, avergonzado, humillado, decepcionado, sangrando mi propia vanidad, me tiendo en el centro de la cocina, boca arriba, rebozado, jadeante, mientras recuerdo, perplejo, que la cena, esa cena, mi cena, mi gran cena, era para el sábado próximo en vez de para hoy.

domingo, 16 de enero de 2011

Seguimos jugando con las palabras


En vista del enorme e impredecible éxito alcanzado por el anterior post, superando todas las expectativas generadas, me dispongo a poner a vuestra disposición una segunda entrega de “jugando con las palabras”.

Vamos allá con algunas “frases deshechas”:

-“Gran idea la de diseñar estas claraboyas en el techo. Así tendremos una gran luz genital en la habitación” (supongo que ahora tendréis una luz de cojones…)

-“Eres un gran luchador, siempre resurges de tus cenizas, como el Ave Félix” (debes de ser una especie de híbrido entre la gallina Caponata y Don Gato)

-“Vengo del médico, y me dice que tengo hipertiranismo, es decir, un desajuste mormonal” (no imagino a los discípulos de Joseph Smith rebelándose, tratando de hacerse con el control de tu cuerpo y tu mente desde dentro)

-“El fontanero dice que tendremos que cambiar el bote sinfónico del baño” (se debió quedar atascado a mitad de la Cabalgata de las Walkirias de Wagner, tras plantar un pino descomunal)

-“Me encanta la arquitectura anglo-normanda del siglo XIV, fundamentalmente el gótico ignífugo” (no conozco este estilo, pero por pura lógica debe ser uno que reacciona de modo radical frente los excesos curvilíneos del gótico flamígero)

-“Acabo de llegar de un viaje por Italia. Lo que más me gustó fue el Cocoliso de Roma” (efectivamente, su planta elíptica evoca una cabeza depilada)

-“Pues yo estuve en Inglaterra. Me gustó mucho el Ding-Dong de Londres” (metáfora onomatopéyica incontestable)

-“A mí, sin embargo, me encanta París, con su Torre Infiel y el Museo de la Ubre” (donde se puede disfrutar de hermosos y sensuales lienzos de voluptuosas vacas suizas)

-“Nada como el arte islámico andalusí de la Mezquina de Córdoba”

-“Es posible, pero me gusta más la Alfombra de Granada”

-“Por no hablar de la Gerarda de Sevilla”

-“Yo prefiero el arte románico toscano de la Torre de Pizza” (junto al Baptisterio ai quattro formaggi y a la Catedral all’arrabiata)

-“Volviendo a Francia, olvidé mencionar la Catedral de Nostradamus de París” (ya lo profetizó él mismo algunos años después)

-“Estuve hace poco en Grecia y disfruté mucho viendo el Paredón de Atenas” (donde adoraban a la diosa y ajusticiaban a los enemigos, ¿no?)

-“Mi viaje por Egipto no se quedó atrás. Me encantaron las pirámides de Kebabs, Cafés y Miguelitos” (o bien se ofrecen unos desayunos cojonudos por allí, o bien las pirámides estaban atestadas de estos productos para satisfacer el eterno e insaciable apetito del Faraón)

-“Disfruté mucho de los frescos de la Capilla Sextilliza” (ordenada construir por el Papa Sextillizo IV, de quien tomó el nombre)

-“Yo estuve cerca, en la Basílica de San Pedro del Vaticazo” (el lugar del mundo donde mayor número de hostias se dan)

-“En Rusia pude admirar el Gremlin de Moscú” (cuando se moja muestra su cara más siniestra)

-“Se llevan fatal, siempre están como el perro y el ratón” (no deben tener tan mala relación, pues entre ambos han conseguido desprenderse del gato)

-“Gracias a su intervención la situación ha dado un giro de 360º” (demasiado halago para haber dejado las cosas en su posición inicial)

-“Es una persona a la que le afectan mucho los problemas, lo sodomatiza todo” (quizás con esta táctica consiga hacer que los problemas huyan despavoridos)

-“Tengo un gusto delicado y un paladar exquisito. Soy un gran grumete” (de agua dulce, supongo)

-“Me impresionó mucho la visita que hice al Gran Cañón del Colorete” (tanto maquillaje debió generar un trauma)

-“Vengo del ayuntamiento, me acaban de dar la célula de habitabilidad” (gracias a Dios! Con esa partícula conseguirás crear moléculas de felicidad!)

-“Rusia está dividida por los Montes Murales” (igual que el muro de tu cerebro separa a tus dos neuronas)

-“En este triángulo rectángulo no distingo la hipotenusa de los paletos” (busca en tu interior y hallarás la respuesta)



Vamos ahora a seguir “pateando el diccionario”:

-“Gambostino”: ser mitológico de los mares, de naturaleza híbrida, cabeza de gamba y cola de langostino.

-“Hipatético”: dícese de aquella premisa o axioma lamentable o carente de sentido.

-“Milagrio”: hecho acaecido de naturaleza divina que deja mal sabor de boca.

-“Sucidio”: provocarse la propia muerte ingiriendo grandes cantidades de basura.

-“Analizar”: levantar a alguien por el trasero.

-“Parchitura”: pieza musical remendada.

-“Disglesia”: trastorno en la articulación de fonemas litúrgicos.

-“Enfermescente”: dícese cuando la sensación de malestar empieza a percibirse de forma notoria.

-“Testígulo”: dícese del individuo que presencia un desnudo integral masculino.

-“Bahída”: accidente geográfico. Pequeño golfo de escasa curvatura.

-“Camisiesta”: atuendo utilizado para dormir después de comer.

-“Fastículo”: gónada masculina publicada periódicamente.

-“Prhelado”: superior de una comunidad eclesiástica escandinava.

-“Thostión”: golpe asestado con un libro soporífero.

-“Gárgalo”: secreción bronquial o pulmonar expelida desde la azotea de un edificio de contrastado interés histórico-arquitectónico.

-“Jamaculo”: achaque o súbita dolencia anal.


viernes, 14 de enero de 2011

Jugando con las palabras

El artículo de hoy pretende explorar las posibilidades expresivas con las que cuenta nuestra lengua, desde la perspectiva de la ironía.

En ocasiones escuchamos frases hechas o expresiones comunes en las que alguno de sus términos ha mutado sorprendentemente (despiste, ignorancia, qué más da), cobrando un nuevo sentido que, a mi juicio, es digno de mención y análisis. A esto es a lo que llamo frases deshechas.


-“Estar colado por alguien hasta los huevos” (cuando el amor es tan grande que no hay quien lo soporte)

-“Parece que esté en plena adolescencia, se ha echado un novio y está loquita por sus huevos” (disculpe, pero el asunto no es trivial, o bien padece una ninfomanía patológica, o se trata de antropofagia pura y dura)

-“Estar de algo hasta la ménsula” (en el gremio de los maestros de obra equivale a decir que estás harto hasta la cornisa)

-“No oigo bien, debo tener cera en los témpanos” (claro, al estar congelada, ha debido aumentar de volumen…)

-“Este tío es un malhablado, siempre tiene los cojones en la boca” (totalmente de acuerdo, pero además de malhablado debe ser un perverso contorsionista excepcional)

-“Hay que ver lo despistado era Luis XVI, siempre con la cabeza en otro sitio” (sin comentarios)

-“Me encanta escuchar a Bach, Vivaldi, Rossini y Verdi. Soy un gran megalómano” (cierto, tus ansias de poder no te permiten ver tu necedad)

-“Estoy jodido de la espalda, creo que tengo hernia fiscal” (efectivamente, agacharse para que Hacienda te dé por detrás debe producir un dolor genuino)

-“El accidente del tren fue terrible. Hubo seis fallecidos graves” (claro, los leves tienen más probabilidades de recuperación)

-“He de ir al médico de la próstata para que me haga un trato anal” (espero que lleguéis a un buen acuerdo, por tu bien)

-“Vengo del museo, y he visto un cuadro de El Greco llamado “El exfolio de Cristo” (nada mejor que un buen peeling facial antes de una crucifixión como Dios manda)

-“Pues a mí el cuadro que me gusta es el de “Las Balanzas” de Velázquez, que también creo que se llama “La redención de Brenda” (cierto, en él se ve al capitán-general Gominola recibiendo las llaves de la ciudad holandesa, como agradecimiento a la dieta de adelgazamiento a la que sometió a la población durante el asedio)

-“Vaya, pues yo creo que es mejor “La Cachonda”, también conocido como “La Mona Chita”, de Leonardo da Vinci” (efectivamente,  siempre pensé que tras su enigmática sonrisa se escondía una lujuria atávica y animal insatisfecha)

-“Me encanta Gabriel García Márquez, sobre todo “Mil años de soledad” (seguramente los Buendía habrán emigrado de Macondo a mitad de novela)

-“Eres un cielo, tienes más paciencia que el santo Bob” (¿Esponja?)

-“Vengo del médico. Me han hecho una ecología del corazón y me han dicho que tengo un trombón entre el ventrílocuo izquierdo y la histeria caótica” (Ya, y una pandereta en el celebro, entre el pulpo raquítico y el hueso occidental)

-“Me apasiona la Historia de la Segunda Guerra Mundial, fundamentalmente el desembarco de Lombardía” (claro, ¿por qué no?, ¿y cómo es que no se les ocurrió liberar Francia entrando más directamente por la Toscana?… Seguramente alguien la debió cagar enviando mal las coordenadas)

-“Noto que estás de mal humor, tienes el ceño zurcido” (imagino que no es para menos, lo doloroso que debe ser hacerse un bordado en el entrecejo…)

-“Por favor, termina de contar esa historia, me dejas en pascuas” (eso es, sembrando la incertidumbre alrededor de la Semana Santa)


Hasta ahora nos hemos dedicado al análisis y comentario de frases y expresiones. A partir de aquí trataremos de hacer algo similar con las palabras. Mi propuesta consiste en conseguir un nuevo léxico, por medio de la hibridación y el mestizaje. Me explicaré mejor. Se trata de acuñar y definir nuevos términos a través de la superposición y amalgama de otros dos. El sentido del nuevo vocablo vendrá determinado por los que poseen aquellos a partir de los que se genera. A esto le llamo patear el diccionario.

Veamos algunos ejemplos:

-“Sarcáusctico”: individuo con sentido del humor excesivamente ácido.

-“Viocioso”: dícese de aquella persona adicta al tiempo libre.

-“Tribial”: motivo o cuestión étnica de escasa relevancia.

-“Hermanéutico”: asunto fraternal oscuro, críptico o indescifrable.

-“Simplosio”: reunión o asamblea multitudinaria de pardillos.

-“Hostialidad”: tensión resuelta a base de leches.

-“Hedornista”: dícese de aquel que disfruta deliberadamente del mal olor.

-“Ornamiento”: decoración falaz y engañosa.

-“Suciudad”: basura que se acumula a lo largo y ancho del entorno urbano.

-“Sexystencia”: vida consagrada a lograr ser objeto de admiración y deseo.

-“Martirimonio”: vida conyugal insoportable.

-“Fastiodioso”: calificativo de aquello que resulta molesto y desagradable.

-“Comidia”: serie humorística de televisión retransmitida a mediodía.

-“Homicilio”: asesinato llevado a cabo en el seno del hogar.

-“Cojonsejo”: observación que se realiza para que se lleve a cabo por huevos.

-“Pantalión”: del código de Hammurabi, ojo por ojo, diente por diente y pantalón por pantalón.

-“Birria”: cerveza de sabor desagradable y de mala calidad.


Os animo e invito a participar, a jugar con las palabras, a extraerles todo su jugo, a dar patadas al diccionario, a pensar frases deshechas y fundamentalmente, a que disfrutéis con ello.


miércoles, 12 de enero de 2011

Hoy cocino yo…alta cocina (cuarta parte)

PRIMEROS PLATOS

A estas alturas se empieza a manifestar de forma ostensible y palpable el contraste y desequilibrio cuantitativo al que nos venimos refiriendo últimamente.

Comenzaremos comentando la columna de la izquierda. En orden descendente, encontramos ejemplares de COCIDO, FABADA y TORTILLA DE PATATAS. Punto. Nada más, res de res, nothing at all, rien de rien, niente di più. Se dice pronto, tanto como inversamente proporcional al tiempo que tardaremos en meternos estos platos entre pecho y espalda. Si tratásemos de explicar lo que vemos a cualquier persona ausente, bastaría con pronunciar en voz alta y clara las palabras mágicas: COCIDO, FABADA Y TORTILLA DE PATATAS. No hará falta salpicar nuestro discurso de retórica barata. Seguramente serán capaces de reconstruir mentalmente unas imágenes análogas a las que aquí se muestran.

Sin embargo, tratar de ser breve a la hora de explicar la columna derecha es, como poco, una utopía propia de mentes ilusas y pueriles.
Quiero pensar que cuando Baltasar Gracián, allá por el siglo XVII, dijo aquello de “Lo bueno, si breve, dos veces bueno”, y posteriormente ya bien entrado en siglo XX Ludwig Mies van der Rohe acuñó el famoso “menos es más”, no se referían precisamente a esto.

Al observar detenidamente el primer plato de la columna derecha, no puedo dejar de preguntarme qué será esa……..”COSA” que flota en un charquito de petróleo. En estos momentos de angustia y crisis agnósica, más que nunca, os invito a vosotros, apreciados lectores, a que participéis activamente formulando hipótesis, con el fin de, entre todos, acceder a la luz del conocimiento verdadero. En cualquier caso, la…....”COSA” me transmite sensaciones de soledad infinita, vacío espiritual y osadía moral, entre otras. Cometeré el atrevimiento de poner el siguiente nombre a la delicatesen en cuestión: “laminilla revirada de misterio del Chef, sobre lecho de crujiente barquito de sorpresa sensorial a la deriva en océano oleico-lactoso, con deconstrucción de microsépalos fitocaducifolios”.




La segunda imagen asciende un peldaño más en la escalada de desconcierto al que venimos asistiendo. En este caso se añade un componente de sadismo que no me deja indiferente. Tengo la impresión de que se trata de….... ¡¿DOS CARACOLES?!. Uno en el centro, víctima de un despiadado expolio, yace tendido, humillado y ajusticiado sobre un cadalso compuesto por un picatoste de pan crujiente. El otro, es obligado a presenciar la grotesca escena desde el extrarradio del plato. Éste último permanece acojonado, con las piernas (o la mucosa) temblando, pensando que se ha librado por los pelos (o los cuernos) de una muerte vil y angustiosa, sin poder reunir el valor suficiente para acudir al rescate a su compañero de andanzas (o arrastranzas) agonizante, o para, al menos, ofrecerle un último y cálido abrazo mucoso al pie del patíbulo.

Prestad atención ahora al tercer plato. No tengáis prisa, tomaos vuestro tiempo. Contemplad la obra. ¿Qué será…?, ¿qué será…?. Ni puta idea, ¿verdad?. Pues bien, quizás os sorprenda saber que he podido averiguar, tras una profunda investigación, que se trata de un plato de…..PASTA. Sí señor, de pasta. Concretamente se llama “Ravioli al salmón”. Y quiero destacar que digo bien, ravioli, en singular, ya que tan solo hay uno. Probablemente la abundante espuma, cuya plasticidad y capacidad evocadora de ambientes marinos nadie pone en duda, no termina de acompañar en la labor de conseguir que el plato resulte mínimamente deseable o apetecible.

 Quizás el verdadero significado que se esconde tras esta última serie de platos trascienda nuestra capacidad cognitiva. Posiblemente se trate de una metáfora indescifrable, de un grito mudo de dolor desgarrador, de una canción que el viento nos robó, del espejo en que se mira, sin saberlo, la soledad que invade al creador, al demiurgo de los fogones, al genio incomprendido. Quisiera quedarme con esto último, quizás más tranquilo, pero con seguridad, más hambriento.

martes, 11 de enero de 2011

Hoy cocino yo…alta cocina (tercera parte)

Me dispongo a retomar el camino por la senda que en días previos comenzamos a trazar a través del delicioso y suculento microcosmos culinario. Con el artículo presente se pretende culminar (o casi) el tan profundo como arbitrario estudio que hemos dedicado a la alta cocina, y a las diferencias que presenta con respecto a la cocina tradicional.
Abordaremos hoy los aspectos relativos a la cantidad y proporción de comida que se presentan en sendas variantes gastronómicas. Para tal fin, creo conveniente apoyar e ilustrar mi discurso a través de imágenes que nos permitan tomar justa conciencia y mesura de aquello a lo que me voy a ir refiriendo. Haciendo mío el lema del gremio forense, vamos por partes:

ENSALADAS

Si en el “Mesón Casa Paco” nos da por pedir una ensalada mixta, nos traerán algo similar a lo que muestra la imagen de la izquierda. De hecho, no esperaremos otra cosa.
Ahí está todo, bien junto. Lechuga, tomate, zanahoria, atún, cebolla, huevo, etc…se tocan, se superponen, se abrazan y se funden formando una única cosa cuyo significado y significante coinciden, concretando una realidad fáctica llamada ENSALADA.

En el caso de pedir una ensalada en “Fourchette bleue”, podemos ser deleitados con una composición como la de la imagen de la derecha. Nada se toca. La relación entre los elementos es puro equilibrio, armonía y a la vez contraste perfectamente estudiado.
 Lo primero que debemos hacer cuando se nos presenta un plato así es discernir, mediante una detenida inspección visual, lo que es para comer y lo que no. Dado que, en general, el ser humano carece de la humildad necesaria para reconocer su propia ignorancia ante un dilema de esta índole, vamos a sugerir desde aquí un criterio, vago, pero criterio al fin y al cabo, para determinar lo que es comestible y lo que es puro atrezzo: apartad todo lo verde y comed el resto, si es que queda algo. En este caso, como podéis ver, se salvan dos cuartas partes de tomatito cherry y varias láminas de manzana hábilmente dispuestas y repartidas. En principio tampoco somos muy partidarios de ingerir flores y chorretones de líquidos de composición desconocida.




De aquí en adelante, para no abusar de la redundancia y siguiendo el criterio que hemos adoptado con las ensaladas, situaremos a la izquierda los platos procedentes de “Mesón Casa Paco”, y a la derecha los de “Fourchette bleue”.

HUEVOS

La cuestión de los huevos es algo que toca recurrentemente la alta cocina (cada cuál que le dé el sentido que desee al enunciado anterior).
A la izquierda podemos observar lo que se conoce como HUEVO FRITO. Como veis, los huevos nunca vienen solos. Suelen traer acompañamiento, en este caso lo hacen con PATATAS FRITAS y CHISTORRA. El concepto de huevo aislado no existe en la cocina tradicional. Una vez más, los alimentos se presentan amontonados y superpuestos. Horror vacui. La acumulación es tal que alguna patata tiende a trascender el espacio físico del plato, tratando de huir atemorizada.
Lo de la derecha no tiene nombre. Bueno, sí. Me he permitido el lujo de bautizar a este plato con el nombre de “Huevos Asimétricos Equidistantes”. Para ser sincero he de reconocer que con anterioridad se me ocurrieron los de “Manda Huevos” y “Con un Par”, pero me han parecido menos apropiados.
¿Qué se podríamos decir de este plato? Pues muy poco a su favor, la verdad. En primer lugar, aplaudir y alabar el equilibrio con el que están dispuestos sobre esa especie de virutas esparcidas por la base. En segundo, reconocer el mérito del que logró sacar la yema intacta. Por último, un consejo: antes de hincar el diente al huevo que se muestra en primer plano, convendría asegurarse de que no está confeccionado con corcho blanco.




Seguiremos mañana, con los primeros y segundos platos, así como con los postres. Que aproveche!

domingo, 9 de enero de 2011

Metaironía…la descontextualización

En el post de hoy pretendo abordar el tema de la metaironía, es decir, el estudio de aquello que subyace de una forma más o menos latente en el sentido del humor.
Durante el aprendizaje que llevamos a cabo a lo largo de nuestra trayectoria vital, aprehendemos de manera más bien inconsciente una serie de reglas, esquemas mentales y patrones pre-establecidos que nos indican lo que suele ser “normal” o común.

Sin embargo, contamos con otra serie de mecanismos que operan a nivel del subconsciente, y que, de una forma u otra, son generadoras de ironía y de hilaridad. La permeabilidad de los individuos a esta clase de mecanismos depende de factores que quizás sean objeto de futuros artículos.
Entre estas herramientas encontramos la descontextualización, la paradoja, el equívoco o malentendido, el doble sentido o la abigüedad y la hipérbole o exageración, entre otras.

En esta ocasión trataré de arrojar un poco de luz sobre una de ellas: la descontextualización. Vamos a tomar como modelo una obra pictórica que muestro un poco más abajo y que supongo conoceréis.




Como muchos de vosotros habréis identificado, se trata de “El Grito”, cuyo creador es Eduard Munch. Me imagino que la mayoría coincidirá conmigo en que esta obra transmite una inquietante sensación de desasosiego, dolor, angustia e incluso terror. La composición, el color, las formas y también el trazo van de la mano, persiguiendo generar estas reacciones. El propio autor la describe del siguiente modo: “Solo, temblando de angustia, sentí el grito, vasto, infinito de la naturaleza”. En definitiva, creo que estaremos muchos de nosotros de acuerdo en admitir que este cuadro no evoca precisamente pensamientos alegres ni expresa ironía alguna, más bien no tiene ni puta gracia.

Sin embargo, haciendo uso de la descontextualización, comprenderemos como el sentido puede variar de forma radical.
Vamos a imaginar por un instante, que el muchacho que aparece en primer plano, con cara de terror, se está lamentando porque acaba de recordar que olvidó grabar “Sálvame de luxe”, o que en ese preciso instante está viendo hacer footing a Zapatero, embutido en unas mallas ajustadas mientras tararea “ yo soy rebelde” de Janet, o que acaba de presenciar un monólogo de Rajoy en el “club de la comedia” y no es capaz de alejar de su mente el chiste de la vaca. Podría seguir poniendo ejemplos, pero creo que ya es suficiente para captar la idea.
Si observamos ahora el cuadro con detenimiento, mientras pensamos en alguna de las estupideces recién expuestas, nos daremos cuenta de que las sensaciones desagradables se diluyen un poco, dando paso quizás a una sutil sonrisa. Esto es descontextualizar.


En próximas entregas incorporaremos a este blog un apartado dedicado a la crónica social. Hablaremos de novedades y tendencias en el mundo nupcial: “Bodas a lo bonzo o cómo conseguir que no se extinga la llama del amor”, será uno de los temas de candente actualidad que trataremos con ardiente pasión.  



sábado, 8 de enero de 2011

Vidas vacías, corazones vacuos… Maurice Duluc. Detective




Con la biografía desautorizada e inédita del detective Maurice Duluc, se abre una nueva sección en el blog “quemecuento”.”Vidas vacías, corazones vacuos” es un espacio que pretende rendir homenaje a todos aquellos seres excepcionales y únicos que jamás llegaron al sitio, o bien pasaron de largo sin ser vistos.

Comenzamos:

Hoy destacaré aspectos relevantes de la infancia del pequeño Maurice, con el fin de comprender las causas que le llevaron a ser el fabuloso detective que es hoy en día. Mejor dicho, las causas que le llevaron a ser el detective que es hoy en día. Lo siento de nuevo, las causas que le llevaron a ser el que es hoy en día.

Nació en 1960, en el seno de una familia acomodada, pues sus padres regentaban un negocio dedicado a la venta de colchones y sofás. Así pues, Maurice pasó sus primeros años muy acomodado, entre cojines y almohadas, desarrollando una tendencia a la pereza y la acidia que le acompañan de por vida.
Maurice fue un niño grande, muy muy grande. La genética jugó su papel, pero quien realmente potenció su amplitud dimensional fue Sophie Ledoux, vecina de los Duluc, y gran aficionada a la repostería casera. La señora Ledoux vivía sola y ocupaba su tiempo preparando crêpes para el pequeño (o ya no tanto) Maurice. Fueron unos años verdaderamente dulces, en el sentido literal del término, para él.
Esta primera etapa de su existencia transcurrió en el genuino barrio parisino de Le Marais, inmerso en el ambiente bohemio y liberal que frecuentaban su progenitores. No es de extrañar pues, que creciera soñando y anhelando convertirse de mayor en vedette del Folies Bergére, idea que desterró cuando en su mente recaló una nueva, la de ser pastor de focas.

Su vida adquirió un nuevo sentido el día del decimoprimer cumpleaños de su primo Eugène Honore Lafontaine, un niño huraño y solitario que acabaría trabajando como maître en un bistrot de la Rue de Rivolí llamado “Fourchette bleue”.
Maurice y Eugène eran primos y tenían aproximadamente la misma edad, pero se detestaban mutuamente. Mientras Maurice era bondadoso y cercano, Eugène padecía desde su más tierna infancia una fobia social que le impedía relacionarse con los demás. Por tal motivo, cuando ambos se veían obligados a pasar la tarde juntos por la obra y gracia de sus padres, ya sabían que juego debían practicar: el escondite. Era lo mejor para los dos. Eugène solía hallar escondrijos inaccesibles para el resto de niños. Lograba pasar horas aislado, escondido, sumergido en su mundo interior, alejado de la realidad, esa realidad que tanto odiaba, esperando no ser descubierto hasta que fuese hora de marcharse a casa. Para Maurice el alivio no era menor, ya que aprovechaba la ausencia de su primo para hacer una visita a la señora Ledoux y especialmente a sus amados crêpes.

Esa tarde Eugène se doctoró en cripto-escondrijología encubierta. Era su cumpleaños, su gran día, y lo quería compartir y celebrar con la única persona a la que podía tolerar, y a la que profesaba un verdadero amor sincero. A sí mismo. Para conseguir su propósito deambuló por las calles que rodean la Plaza de los Vosgos. Se adentró en la propia plaza y descubrió una trapa de alcantarilla abierta. No lo dudó dos veces. Se coló en la vieja, infecta y prolija red de saneamiento de París. Su osadía le salió cara. Muy cara.

Tras permanecer cuarenta y seis horas en paradero desconocido, cientos de efectivos de la gendarmería movilizados peinando la ciudad y unos padres al borde de la histeria, Eugène fue localizado por un par de operarios del servicio de mantenimiento de las cloacas. El niño no presentaba muy buen aspecto. Padecía síntomas evidentes de pulmonía, hipotermia, ansiedad, vértigos, mareos, cloacafobia, temblores, terrible pánico a la oscuridad, hedor nauseabundo, desnutrición, stress post-traumático, decoloración cutánea y alopecia androgénica prematura. Al salir al exterior se añadieron al elenco la fotofobia y la agorafobia. Cuando desaparecieron las secuelas físicas, como podréis imaginar, tuvo que ser ingresado en una clínica de salud mental, donde los responsables del centro se ocuparon, de buen grado, de potenciar aún más, si cabe, la mayoría de estas patologías psíquicas durante los apenas quince años que pasó internado en régimen de aislamiento provisional.

Maurice, por su parte, avergonzado, cabizbajo y sintiéndose en cierta medida responsable del trágico suceso acaecido, tomo una decisión que marcó el rumbo de su vida desde ese mismo instante. Abandonó la idea de trabajar como pastor de focas y abrazó la de convertirse en investigador, en detective. Un detective grandioso, uno que no permitiría jamás que a ningún niño le ocurriera lo mismo que a su primo Eugène. Ese iba a ser él, el Detective Duluc.



jueves, 6 de enero de 2011

Hoy cocino yo…alta cocina (segunda parte)

Tal y como afirmé ayer, hoy nos disponemos a seguir profundizando en la materia que nos ocupa. El tercer aspecto que debemos contemplar a la hora de distinguir la alta cocina es el siguiente:

3.”Orden y proporción. La percepción subjetiva de la cantidad.” En la Grecia Clásica se estudiaron y definieron los conceptos de proporción,  orden y equilibrio en el Arte. La relación de las partes entre sí y de éstas con el todo cobra su máxima expresión en el momento en que se determina la proporción áurea, es decir, cuando uno de los elementos se relaciona con el mayor en la misma proporción en que el mayor lo hace con la suma de ambos.
Al parecer, la alta cocina se une a las corrientes artísticas y de pensamiento que desde finales del siglo XIX se muestran reacias a considerar a la proporción como uno de los elementos clave en el proceso creativo.
Vamos a abordar el estudio de esta materia centrándonos en dos aspectos:

El primero de ellos hace referencia a la proporción que se establece entre el número de comensales y el de personas encargadas de satisfacer las necesidades gastronómicas de aquellos.
Según los últimos datos de los que dispongo, en “Fourchette bleue” se precisa de cuatro camareros (perdón, garçons du salle), un maître, doce cocineros (mejor dicho, chefs), dos investigadores gastronómicos (deben tener formación en ingeniería química por aquello del nitrógeno líquido, el ácido clorhídrico, y el permanganato potásico, así como un máster y licencia pirotécnica), un nutricionista, un interiorista (especialista en sector textil), un fisioterapeuta, dos asesores fiscales y un filósofo-antropólogo para dar servicio a una mesa de cuatro personas. De este modo, el restaurante funciona como una orquesta, o igual que un mecanismo cuyo engranaje le permite ejecutar su cometido a la perfección.

El maître Eugène acompaña a los comensales tratando de ocultar su fobia social tras unos guantes blancos para no tocar a la gente y unas gafas graduadas que realmente no necesita, pero que le permiten verlo todo desenfocado, logrando de este modo tener una percepción más difusa de la realidad, esa realidad que tanto odia. Ésta última cuestión le ha reportado no pocos disgustos. Uno de los más sonados fue aquél en el que debido a su absurda miopía inducida, confundió a una clienta VIP, de talla no muy elevada y que para la ocasión vestía un aparatoso abrigo de piel de nutria, con un perro San Bernardo. La arengó a abandonar el local, escoba en mano y al grito de “Hale, chucho!”. Las consecuencias fueron desastrosas. Despido fulminante. Pero tras un par de intentos de suicidio frustrados (uno de ellos tratando de cortar la circulación sanguínea mediante un atado excesivamente fuerte de los cordones de los  zapatos y otro ingiriendo grandes cantidades de vasos de leche condensada) consiguió ser readmitido.

Los garçons du salle tienen cometidos claramente definidos:

Germaine es el encargado de garantizar que las copas están siempre llenas de bebida. Para él resulta una tortura esta tarea, puesto que aunque en el trabajo lo ignoran, en su tiempo libre lucha con fuerzas para salir de las garras del alcohol, sin mucho éxito, por cierto, ya que la terapia la lleva a cabo en la licorería que regentan sus dos amigos de la infancia, el “Johnny Walker” y el “Cervezas”, cuyos apodos no fueron escogidos precisamente al azar.

Jean Pierre se ocupa de limpiar las migajas de pan depositadas sobre la mesa. Esta actividad la realiza de buen grado, pues sufre una patología obsesivo-compulsiva que le convierte en un maniático de la limpieza y el orden. Alguna vez ha sido reprendido por clientes a los que no les complace que les limpien otras personas los restos de comida depositados en la comisura de los labios. Su peor momento tuvo lugar cuando en una ocasión trató de eliminar, frotando con un estropajo, una mancha en la calva de un señor, que finalmente resultó ser un lunar de proporciones descomunales.

Ivette es una joven encantadora, de rostro dulce y aire angelical. Es la responsable de tomar nota de las peticiones de los clientes, así como de formular sugerencias y responder a las numerosas dudas que suscitan los enrevesados nombres que presentan los distintos platos. También expone los ingredientes con los que están elaborados y el modo en que estos se combinan para su preparación. Es una verdadera lástima que su inequívoca voz varonil de verdugo cosaco la tenga acomplejada.


En “Mesón Casa Paco. Bodas, bautizos y comuniones” te atiende Manolo. Y punto. Ya se comentó en el post anterior algo al respecto, pero me gustaría abundar un poco en este asunto.
Manolo controla una sala de cien comensales. Trabaja a su aire. No es veloz pero cumple. Tiene un lema: “Espérate macho, que no tengo alas!!”. La verdad es que no se le puede pedir más. Tiene una habilidad especial, un don que le permite llevar a la vez dos barras de pan bajo las axilas mientras en las manos porta sendos platos de sopa caliente y un vaso embutido en la papada. En una ocasión me explicó que la mejor forma de llevar el plato de sopa era apoyándolo sobre la palma de la mano y metiendo el dedo pulgar en la parte cóncava del plato, es decir, dentro de la sopa, para mejorar el agarre.


Para finalizar con el post de hoy, y en relación con las cantidades de comida que se ofrecen en los ámbitos que estamos contemplando, simplemente me gustaría adelantar los lemas que tienen por bandera en nuestros dos restaurantes modelo.
Si bien “Fourchette bleue” suscribe el de “menos es más”, en “Mesón Casa Paco. Bodas, bautizos y comuniones” se rigen bajo el de “contri más mejor”.

miércoles, 5 de enero de 2011

Hoy cocino yo…alta cocina

Bajo el lema “hoy cocino yo…”, se inaugura una de las secciones de las que constará el blog. En este apartado podréis encontrar recetas, crítica gastronómica, consejos, trucos y opiniones sobre cualquier aspecto referente a la cocina de ayer y de hoy. En este post pretendo hablar de la alta cocina. Quisiera que quedara bien aprehendido el concepto en todos vosotros, así como que tras la lectura presente fueseis perfectamente capaces de diferenciar un plato producido por la alta cocina, de un plato elaborado por la cocina a secas. Para ello no escatimaré esfuerzos en sembrar este artículo de ejemplos clarificadores.

Para que podamos estar hablando de “alta cocina”, un restaurante debe reunir, al menos, las siguientes condiciones:

1.El nombre de sus platos debe ser largo. Muy largo. Pero largo, largo de cojones. Leyendo el nombre con atención casi podemos llegar a averiguar donde nació el cochinillo que nos vamos a comer, si la lubina pasó una infancia feliz, o si las verduras fueron tratadas con amor. Ejemplo: en un restaurante de alta cocina, que se podría llamar “Fourchette Bleue”, seguramente encontraremos un plato titulado: “Crujiente de bigote de gamba gaditana, con aroma de vapor de espuma de cava de l’alt Ampurdà y recuerdos de escama de merluza macho norteña con reducido de salsa de ostra bañada en sopa de nitrógeno líquido”. Es tan solo un ejemplo, pero sirve para comprobar cómo se necesitan 37 palabras para nombrar a un plato.

En el otro extremo encontramos un restaurante como “Mesón Casa Paco. Bodas, bautizos y comuniones”, en el que el nombre de los platos que nos ofrecen pueden constar de una sola palabra (“emperador”), dos (“huevos fritos”) o a lo sumo tres (“muslo de pollo” o “tortilla de patatas”).

2.La segunda condición se deriva de la primera: la “Carta”. En “Fourchette Bleue” se hace imprescindible contar con un documento escrito en el que aparezcan todos los nombres de los platos que se ofertan. Se han descrito casos de camareros (garçons du salle) que han perdido el juicio tras intentar memorizar palabra por palabra cada uno de ellos. Alguno incluso trató de quitarse la vida dándose un baño de nitrógeno líquido o aspirando vapor de espuma de setas silvestres. Así pues, el protocolo exige que el maître Eugène se acerque a la mese con aire distraído y que deje la carta mientras arquea las cejas dejando entrever un halo de superioridad que le sirve para ocultar su enorme complejo de neurosis compulsiva a la que acompaña un terrible pánico irracional a la oscuridad.

En el polo opuesto nos encontramos con Manolo, el camarero de “Mesón Casa Paco. Bodas, bautizos y comuniones”. Manolo se acerca con resolución a la mesa. Es hábil. Mientras llega, le da tiempo de rascarse la entrepierna un par de veces con la mano izquierda, y a la vez se lleva la derecha a su oreja para rescatar un lápiz sin punta de entre la maraña de pelo graso que puebla su cabeza. Una vez que su mano izquierda vuelve a quedar libre tras el rescate del folículo piloso, saca del bolsillo de su camisa (que un día fue blanca y hoy delata el paso del tiempo ese tono amarillo-rancio a juego con sus dientes) una pequeña libreta. A continuación recita sin piedad: tengo codornises, perdises cordero, ternera, y serdo. De pescao hay emperador, leguado, salmón y merlusa. No hay más que hablar, está todo dicho. La gente pide con naturalidad mientras Manolo apunta con aire de concentración.


En vista de que la extensión del artículo excede de lo que en un principio había previsto, me veo obligado a dejar para mañana los otros dos puntos sobre los que me gustaría hablar, que son:
3.”Orden y proporción. La percepción subjetiva de la cantidad”
4.”El precio, y la teoría cognitiva del estímulo-respuesta”

Bon Apetit

martes, 4 de enero de 2011

qué te cuenta "quemecuento"

Este blog llamado "quemecuento" nace con una clara e inequívoca vocación. Una vocación que desvelaré en cuanto la descubra.
El elemento vertebrador de lo que aquí se publica es el sentido del humor, o al menos eso es lo que se persigue. La idea es que esto evolucione como un organismo, que crezca y se desarrolle con la aportación y/o colaboración de todo aquél o aquella que lo desee.
Este proyecto, tan ambicioso como absurdo, tratará de abarcar y desarrollar temas apasionantes y dispares. Todos ellos se engloban dentro de lo que se conoce como Tripodología Felina o el arte de buscar tres pies al gato. Algunos de ellos son los que se citan a continuación:

-Literatura babilónica contemporánea. Autores y disglosia. La imposibilidad del entendimiento.  
-Protocolo y sibarítica espartana. Una visión grácil y delicada de la polis griega.
-Modelo y desarrollo urbano de los pueblos nómadas. La chabola como paradigma de una arquitectura efímera y el poblado como exaltación de la comunidad.
-Jardinería ornamental y botánica afgana.
-Instituciones y tradiciones de la Revolución.
-Oligarquía popular. Cuando las masas se rebelan contra sí mismas.
-Ironía y humor en la Santa Inquisición. La faceta cómica de Torquemada.
-Ofimática para mascotas. Si tu puedes, ellos también.
-Iconografía erótica en el arte Islámico. El desnudo femenino en la Madraza.
-Hedonismo cisterciense. San Bernardo de Claraval y su alocada vida nocturna.
-Austeridad y moderación en la corte de Luis XIV. La modestia como bandera.
-La fruta de temporada como arma de defensa personal. Aplicaciones y técnicas disuasorias.
-Chacinería y enología musulmanas. Profesiones de futuro.
-Altruismo y filantropía en la Guerra de los 100 Años. El secreto de su longevidad.

También se podrán dar cita en este espacio otras materias. Recetas de cocina, biografías, monografías, fragmentos de la realidad cotidiana, comentarios de obras de arte, etc…, siempre inspiradas y analizadas bajo el prisma de la ironía.
Este blog supone un reto importante para mí. Espero aportaciones, ideas, comentarios y críticas para poder llevarlo a cabo. Con vuestra colaboración será más fácil y enriquecedor. Se trata de pasar un buen rato, de olvidar por un momento los problemas del día y dar paso a una sonrisa. Recordad que, como alguien dijo una vez, el humor es algo que se debe tomar muy en serio.

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